Montería vive con un elefante blanco en pleno corazón de la ciudad

Montería vive con un elefante blanco en pleno corazón de la ciudad

Por: Matzue Zubiría Niebles

Una estructura que alguna vez fue de sólidos colores amarillo y azul, ahora solo se ve opaca y llena de manchas negras de humedad.

Está deteriorada, resquebrajada y tan sucia que es normal que luego de poco más de dos décadas esté sin techo, llena de grafitis y que sus alrededores estén convertidos en el lugar idóneo para dejar desechos que vienen desde el interior de ciertos animales.

Ese lugar es o en algún punto quiso ser el primer centro comercial de Montería. Está ubicado en la calle 41 entre carreras cuarta y quinta, una de las zonas de más concurrencia y es de los elefantes blancos más conocidos en la ciudad.

Finalidad, ejecución y fracaso

Este edificio, que contaba con más de 500 locales entre sus dos plantas, tenía como fin reubicar a vendedores ambulantes del centro de Montería y también para que se les vendieron locales a emprendedores particulares.

El proyecto surgió durante la administración del alcalde Juan González Petro, con la compra del lote y gestión de este. Al siguiente período, el del extinto sacerdote Luis Alfonso León Pereira, la Alcaldía hizo un convenio con la Caja Agraria para la asignación de créditos con el fin de adquirir los pequeños locales, buscando formalizar lo informal y dio por terminado el contrato anterior debido a que tenía problemas de ejecución, económicos y legales, afirmó el ingeniero Heriberto Aldana, quien fungía como secretario de Obras Públicas en este periodo.

Fue justamente en esa administración en la que se vendió el establecimiento a la firma Pedro Ojeda Visbal y compañía Ltda., a finales de 1996.

Aldana afirmó que con este nuevo convenio se creó una obra de economía mixta, en la cual había participación del Municipio y de particulares. Sin embargo, luego de un tiempo empezaron problemas de financiación debido a los préstamos, lo que conllevó a que empezaran los problemas de titulación y un sinnúmero de dificultades a los compradores.

Sin esperanzas

Todos los que invirtieron se dieron cuenta con el tiempo que el proyecto no iba a llegar a terminarse y les ha tocado ver con los años cómo han pasado por ahí vendedores ambulantes, que usaron el edificio como bodega, adictos que rondan el lugar y habitantes de la calle que han invadido los más de 600 metros cuadrados con los que cuenta este “Centro Comercil”, pues con los años perdió la letra “a” y está a punto de perder lo que queda de la “l”.

Personas que tenían sus esperanzas puestas en esos pequeños locales las han ido perdiendo con el paso de los años. Pastora Arroyo, quien durante la época era empresaria independiente y soñaba con tener su oficina, vio su oportunidad en este proyecto del que escuchó en la calle. Comenzó el proceso con Caja Agraria, pagando su primera cuota de 300 mil pesos por un local que en el momento costaba poco más cuatro millones y que con los intereses llegaba a casi siete millones divididos en 48 cuotas.

Pastora vio que las cosas no estaban funcionando como deberían, empezando porque se suponía que durante el primer año del crédito no debía pagar nada y aún así se le seguía cobrando. Con el tiempo, se percató de que iba a ser una pérdida y fue por eso que quedó reportada en DataCrédito. Hasta el 2008 la deuda estaba por un valor de 19.674.304 pesos. Trató de demandar y en varias ocasiones contrató abogados, pero hasta el día de hoy no se ha podido resolver su problema.

Una situación similar vive Carmen Barrios, quien en la época tenía alrededor de 38 años y trabajaba como comerciante. Adquirió un local en el segundo piso de la edificación, por un valor de más de cuatro millones de pesos y pagó todo lo que le correspondía, pero lo hizo para tener vida crediticia porque supo, después de ya tener un tiempo pagando el préstamo, que ese centro comercial no llegaría a ejecutarse correctamente.

Carmen cuenta que los locales eran demasiado pequeños, el de ella medía más o menos dos por tres metros y estuvo a punto de comprar dos, para que se viera más grande, pero ahora agradece no haberlo hecho, pues no hubiera podido hacer el préstamo para comprar el lote de su actual casa.

Afirma que recientemente no la han contactado para nada acerca del centro comercial, pero que varias veces ha pagado a abogados y que hasta cierto tiempo mantuvo al día los impuestos.

Así como estas comerciantes, muchos otros también deben mantener guardados todos los documentos correspondientes para revelar la pertenencia y a la espera, junto a los demás monterianos, de que alguien intervenga y en algún punto este elefante blanco pueda convertirse en lo que debía ser.

Sin solución

El alcalde de Montería, Marcos Daniel Pineda, se comprometió desde hace varios años a solucionar el problema, pero aún no ha sido posible.

Señaló el mandatario que el sitio no puede ser intervenido porque se encuentra en un litigio hace varios años y que la propiedad es reclamada por el antiguo dueño del predio.

Insiste en que mientras no sea propiedad del Municipio no se podrán hacer inversiones de ninguna especie, es decir seguirá siendo uno los sitios que más afea a la ciudad, en pleno corazón de la misma, el mismo que hizo perder las esperanzas de un mejor mañana a los que se atrevieron a invertir en el mismo.

Deja una respuesta