La erosión marítima, un enemigo silencioso

La erosión marítima, un enemigo silencioso

Por Angie Melissa Arteaga

 

Durante más de 40 años, un enemigo silencioso ha venido acabando con un corregimiento costero, ubicado en los límites entre el Urabá antioqueño y el departamento de Córdoba.

Muchas de las casas, cabañas y cultivos, que existían en Puerto Rey, hoy se encuentran bajo el agua. El mar se ha llevado todo a su paso.

Los habitantes del lugar han sido desplazados en repetidas ocasiones por la erosión, como María Gonzales Miranda, quien ha perdido su casa cinco veces.

Con tristeza recuerda cuando Puerto Rey era Puerto Rey, cuando el mar aún no se había tragado 40 kilómetros de tierra.

Así como a María, este fenómeno natural ha afectado a más de cinco mil personas, de las 23 mil que viven en el municipio de Los Córdobas, de donde hace parte el corregimiento de Puerto Rey.

Desde hace cinco años la erosión ha tomado más fuerza por no encontrar a su paso barreras, naturales o artificiales, que impidan su avance.

La comunidad ha sido la más afectada, año tras año ven cómo se desploman sus casas y, sin mayores posibilidades de pagar un arriendo, hoy viven en zonas invadidas.

María ha tenido que dormir refugiada en casa de algunos vecinos y personas que se han compadecido de ella cada vez que la erosión, ese enemigo que la ha acompañado por tantos años, le arrebata lo único que tiene, su hogar.

Esta mujer de 78 años, bullerenguera de cuerpo y alma, ha tenido que salir corriendo cinco veces al ver cómo el oleaje viene incesante con ganas de llevarse todo. La primera vez, solo le quedó un cerdo, un perro y un gato.

Con ayuda de una vecina que siempre la apoyó, pudo levantar un nuevo lugar para vivir, sin embargo, la erosión hizo su segunda jugada y esta vez no le quedó nada. Por tres meses tuvo que dormir en un pequeño cambuche con más de 15 personas, amigos suyos que también lo habían perdido todo.

Y así ocurrió tres veces más. Hoy vive en una casa de tabla y palma que levantaron sus hijos, con dos camas en la entrada, un televisor y una repisa para poner los platos.

En la siguiente habitación, un fogón de leña para cocinar, pero que no todos los días tiene la dicha de prender.
A pesar de todo esto, asegura que Puerto Rey es su tierra y allí se quedará hasta el último momento, hasta que el mar se canse de tragarse todo.

Comunidad olvidada

La comunidad de Puerto Rey y El Minuto de Dios se sienten olvidados y abandonados. Aunque se han dirigido en varias ocasiones a las instalaciones de la Alcaldía de Los Córdobas, el alcalde nunca aparece y según una habitante, que prefiere mantenerse en el anonimato, la última vez que acudieron con la Junta de Acción Comunal, a exigir que les prestaran atención, el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) los atacó con gases sin compadecerse de ancianos y niños.

Todas las noches se acuestan con la incertidumbre de no saber si les tocará salir corriendo, porque el mar se viene tragando todo a su paso. No saben si al día siguiente tendrán casa y les tocará invadir otra vez, o si tal vez amanecerán bajo el agua.

“Ya he perdido mi casa tres veces y nunca he recibido ayuda de la Alcaldía. Por acá solo se aparecen en tiempos de campaña política, prometiendo el cielo y la tierra”, asegura Noemy Bravo Álvarez, quien hace 10 años vive en una zona invadida y añade que ha construido sus casas gracias a su esfuerzo y el de su marido.

Por su parte, el pescador Elkin Polo se mantiene a la espera de que la Alcaldía realice acciones para acabar con la erosión, pues está cansado de ver a sus conocidos quedar en la calle.

“A muchos les toca irse a vivir con sus familias o vecinos porque no les queda de otra”, asegura el pescador.

Mientras tanto, otros habitantes que viven a la orilla de los barrancos que deja la erosión han perdido la esperanza, pues saben que si ocurre una vez más, ya no tienen a dónde ir.

Crisis de 2015

En abril de 2015, 18 familias de la vereda El Minuto de Dios tuvieron que buscar refugio en el único lugar donde se podían albergar: la institución educativa del sector.

Desde las cinco de la mañana comenzó a soplar la brisa con gran fuerza causando inmensas olas que sacudieron paredes y techos. Las puertas y las palmas eran juguetes del mar.

Fueron cerca de 130 personas las que tuvieron que pasar varios días en la institución, haciendo que las clases de 440 niños se vieran afectadas y suspendidas.

Debido a la urgencia de la situación, 10 días después se empezó a adecuar un terreno para la construcción de viviendas de las familias damnificadas, quienes fueron reubicadas luego de dos meses. Todo esto bajo mandato de Esmeralda Valverde.

Durante ese año fueron en total 80 familias las que se vieron afectadas por el fenómeno de la erosión.

Poca inversión

A pesar de la crítica situación, la Administración Municipal no ha prestado la suficiente atención para evitar la tragedia.

Las acciones que se han llevado a cabo solo han sido para mitigar el fenómeno a corto plazo y acoger algunas familias
después de que lo han perdido todo.

Entre 2015 y 2017, se han invertido 92 millones 800 mil pesos, una suma bastante mínima para todo lo que requiere tratar la erosión, una problemática sobrediagnosticada, pues los estudios se han realizado, pero las acciones han quedado enredadas en tediosos trámites y en muchos casos los recursos destinados han ido a parar a los bolsillos de contratistas corruptos.

Dos contratos se han llevado a cabo, uno para reubicar a las familias en abril de 2015, por 42 millones 800 mil pesos y otro en marzo de 2016 para poner piedras en dos sitios críticos del corregimiento de Puerto Rey, por un valor de 50 millones de pesos.

Los dos sitios intervenidos fueron: el muelle donde llegan los botes de pesca de la comunidad y la curva de la vía que conduce de Arboletes a Montería. Sin embargo, la erosión ya se ha llevado la mitad de las piedras.

Alcaldía sin recursos

Ante las repetidas situaciones de desastres y reclamos, hechos por la comunidad, la respuesta de la Alcaldía siempre es la misma: “no cuentan con los recursos necesarios para invertir la suma que requiere una problemática como esta”, así lo han indicado las dos últimas administraciones, por lo cual solo se ha mitigado el fenómeno a corto plazo.

El actual alcalde, Juan Carlos Yances, afirma que todos los esfuerzos que hace la administración son ínfimos, debido a la magnitud del fenómeno frente a los pocos recursos que su municipio posee, por ser de sexta categoría. “Un presupuesto de 15 mil millones de pesos al año no nos permite atender esta problemática”, afirmó el alcalde.

Aseguró que actualmente existen dos proyectos, que están en etapa de formulación, encaminados a la mitigación de los efectos de la erosión costera.

Junto a la Universidad Nacional y al municipio de Arboletes-Antioquia se ha contemplado la creación de un proyecto interadministrativo con el fin de darle solución a este fenómeno que afecta a ambos municipios.

Además asegura que la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y San Jorge ha contratado con el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, Invemar, para que desarrolle más estudios oceanográficos y de línea continental y así determinar una posible solución a largo plazo.

La situación es crítica

El mar se encuentra a unos escasos siete metros de la carretera que conecta al Urabá antioqueño con Córdoba.
¿Dejará el departamento que esta vía y las veredas cercanas desaparezcan?

La erosión no solo afecta a las zonas mencionadas, sino también a todos los municipios de Córdoba, así los aseguró el director del Departamento Nacional de Planeación, Simón Gaviria Muñoz, que además afirmó que 15 de los 30 municipios del departamento presentan erosión severa y el 43% del litoral presenta erosión costera.

La situación es preocupante, por lo cual el DNP destinó casi 52 mil 500 millones de pesos para la recuperación y protección costera en sitios críticos del litoral del departamento de Córdoba, entre los que está incluido el municipio de Los Córdobas. Sin embargo, el contrato está en pañales y los habitantes de El Minuto de Dios y Puerto Rey, así como los de otros lugares que sufren de erosión, viven asustados cada vez que su casa tiembla.

Durante la espera

Mientras los afectados esperan que los contratos formulados se lleven a cabo y por fin se halle una solución definitiva, cada quien le reza a su Dios, rogando que el mar no se trague sus casa una vez más, pidiendo a gritos ayuda a quien quiera escucharlos y ayudarlos.

Tratando de hacerse ver y de salir del olvido en que sienten que los tiene su departamento, los habitantes de las zonas erosionadas, hacen un llamado al Gobierno Nacional para que se actúe antes de que pase lo peor y que por favor salven a Puerto Rey.

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