Por tomar bebidas energizantes un hombre perdió la mitad de su cráneo

Por tomar bebidas energizantes un hombre perdió la mitad de su cráneo

En un principio el consumo de bebidas energizantes correspondía a los deportistas que recuperaban la perdida de energía tras largas jornadas en competencias de alto rendimiento, sin embargo, en la actualidad muchos las toman de manera desmesurada para mantenerse despiertos y activos durante la rutina diaria, sin imaginar los efectos secundarios que ocasionan en la salud.

Tal es el caso de Austin White, que por consumir excesivamente bebidas energizantes para mantenerse despierto durante su jornada laboral, sufrió una hemorragia que lo hizo perder la mitad de su cráneo, así lo manifestó su esposa Brianna Jo, quien compartió la historia a través de la red social Facebook.

En el conmovedor relato de la mujer, señala las consecuencias que esta bebida le causó a su esposo y como han repercutido en la vida de él, quien ya no puede valerse de sí mismo para caminar o comer sin su ayuda, “él ya no es el hombre del que me enamoré, pero le quiero más cada día. Luchamos para ayudarle a recuperarse, para mejorar su vida, yo sé que un día lo conseguiremos”.

Esta fue la publicación que hizo Brianna en Facebook:

Se supone que estar embarazada es algo increíble. Creas nueva vida. Sientes amor incondicional por alguien a quien ni conoces. Austin y yo estábamos emocionados por conocer a nuestro pequeño. Por llevarlo a casa y ser una familia.

Nunca imaginé cuando me fui a dormir que mi mundo se haría pedazos en unas horas. Recuerdo a mi suegra despertándome y diciéndome que Austin había tenido un accidente. Solo sabía que mi marido estaba en el hospital, pero lo peor es que no sabía por qué.

Tras conducir 2 horas hasta el hospital, supe que mi marido, el padre de mi hijo, la persona que amo, había sufrido una hemorragia cerebral. Los doctores dictaminaron (tras hacerle varias pruebas) que el causante fue el reciente consumo excesivo de bebidas energéticas (un hábito que adquirió cuando empezó a trabajar en turnos más largos y tener que ir más lejos a trabajar).

Ya estaba en cirugía… tras esperar 5 horas, pudimos verle. Mientras todos se fijaban en su cara casi irreconocible, enganchado a tubos y máquinas, yo solo vi a sus padres. Vi la luz abandonar los ojos de su madre cuando vio a su hijo ahí tumbado. Vi a su padre romper a llorar mientras abrazaba a su esposa. No sabían si su hijo se despertaría.
Ver a esta familia, mi nueva familia, de la que era ahora parte, y a quienes quería, tan destrozada y hecha polvo… es lo peor que haya sentido nunca.

Al día siguiente le volvieron a operar. Tras esto hubo ataques, convulsiones, hinchazón y otras cosas para las que no estábamos preparados.

Hubo un momento, cuando estaba sentada junto a su cama rezando para que estuviera bien, que supe que no me rendiría. Nuestra vida se volvería un desastre, pero iba a estar a su lado a pesar de todo.

Tras 2 semanas de vivir en el hospital sin saber si sobreviviría, volvimos a casa. Había llegado mi hora de dar a luz.

No voy a mentir, fue muy duro. Había planeado que Austin formara parte de este momento, que estuviera a mi lado dando la mano y cortando el cordón, para dar la bienvenida a nuestro hijo. Sin él, no estaba bien.

Pero ocurrió un milagro cuando di a luz. Austin despertó. Pasé una semana sin verlo, pero pensaba en él cada día. Lloraba cuando miraba a mi hijo, que se parecía a su padre.

Cuando el bebé solo tenía una semana, lo dejé con mis suegros. Necesitaba ver a Austin y decirle que había llegado el bebé. Que lo necesitábamos.

Pasaron las semanas. Fuimos tras de él por todo el estado mientras le operaban y practicaban procedimientos en él. Lo veía cuando tenía oportunidad.

Cuando tenía poco más de 2 meses, nuestro hijo al fin conoció a su padre. No sabía si llegaría ese día, pero al fin volví a ser feliz.

Un tiempo después, pudo volver a casa conmigo. Nuestra vida no es normal. Hay viajes al hospital y visitas de médicos, tantas que he perdido la cuenta. Pero aquí estamos. Luchando.

Él ya no es el hombre del que me enamoré, pero le quiero más cada día. Luchamos para ayudarle a recuperarse. Para mejorar su vida. Un día lo conseguiremos.

Hasta entonces, no me rendiré. Porque el amor es abnegado y lo quiero más que a la vida misma.

 

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