La imagen de la ciudad de Cartagena semana tras semana se mancha por las malas experiencias que viven los propios colombianos y turistas que deciden visitar este hermoso sitio para relajarse y conocer, sin embargo, una gran parte de ellos se va con un mal recuerdo.
Así fue el caso que denunció Diego Santos, periodista, creador, editor y consultor digital y esposo de Vanessa de la Torre, quien recientemente publicó por medio de su cuenta de Twitter la desagradable historia de varios extranjeros en Cartagena.
El abuso y la irresponsabilidad de los operadores turísticos fueron los protagonistas, quienes pusieron en riesgo la vida de decenas de turistas.
Este hecho que sorpresivamente no tiene nada que ver con los excesivos precios, pudo haber terminado en una completa tragedia.
Según él, la historia les pasó a unos extranjeros que pasaron por varias ciudades del país, entre ellas, Cartagena. La ‘heroica’ recibe visitantes de diferentes sitios del mundo, pero algunos de sus operadores turísticos no cumplen con todas las normas de seguridad. Este sería un ejemplo y le podría pasar a cualquier colombiano.
Estos viajeros provenientes de España, de los que nunca se supo el nombre, dicen, según Diego Santos, que contrataron un ‘tour’ a Playa Blanca – Barú. “Fue nuestra primera parada, mi pareja y yo habíamos organizado el viaje unos meses antes y desde antes de salir de España contratamos un ‘tour’ en Cartagena que nos incluía: recogida en el hotel, traslado a Playa Blanca – Barú, tour en “catamarán” por las islas el rosario, snorkel etc. lo pintaron demasiado bien”, asegura.
Esta persona critica la cantidad de vendedores insistentes en Barú y señala que no pudo tener tranquilidad por ellos.
El ‘tour’ tenía una visita a varias islas de la zona. Este se hacía en “una pequeña lancha”, aunque era “un grupo grande”. La primera alerta es que no tenían chalecos salvavidas para todas las personas que estaban allí. Ellos igual siguieron.
Las irregularidades continuaron: “Mientras estábamos en Altamar, veíamos que la lancha daba fallos, se apagaba constantemente y los lancheros se reían entre ellos (y comenzaban a sacar combustible de unas botellas plásticas para ponerle a la lancha). Nos alarmamos más cuando uno de ellos le dijo al otro que no habían comprado suficiente para volver y comenzaron a pedir combustible a otras embarcaciones las cuales por obvias razones se negaron”.
En la embarcación iban niños y personas que no sabían nadar y poco a poco se prolongaba más y más lo que estaba pasando: “A medida que íbamos de camino el viaje se volvía cada vez más imposible, nos quedábamos parados durante periodos de 5 a 10 minutos en medio del mar desesperados, gritando como locos y pidiendo auxilio (había niños, y gente adulta que no sabíamos nadar). Las olas empezaron a empaparnos todo lo que teníamos. Llegó un momento en el que la lancha no prendió más y los lancheros comenzaron a gritarnos que nos tiráramos al agua porque ahí íbamos a quedar. La mitad de la gente se tiró, algunos pidieron ayuda a otras lanchas que iban pasando por la zona y la otra mitad nos quedamos en medio del agua hasta que la lancha se dio vuelta”.
Ya en el agua, a las personas les tocó empezar a nadar hasta la orilla, pero, dice, ni los lancheros los ayudaban: “Comenzamos a intentar buscar una orilla, pero estábamos tan lejos que no sabíamos hacia donde ir, comenzamos a seguir a los lancheros que nos habían dejado tirados ya que ellos sí sabían dónde estaba la orilla”.
Según este relato, no hubo muertos, pero sí personas con algunas heridas “por erizos, por golpes cuando la lancha se dio vuelta, la mayoría de la gente perdió todo lo que tenía a mano, pasaportes, teléfonos, cámaras fotográficas, etc., pero lo importante fue que salvamos nuestra vida y pudimos continuar con el viaje a pesar del trago amargo”.
“Hicimos un grupo de WhatsApp con las personas de la lancha para intentar hacer justicia, pero aún con abogado no logramos nada y 6 días después de lo nuestro, nos dimos cuenta que otra lancha sufrió lo mismo y falleció una persona “, termina el relato de esta persona.
Aunque en el relato no dio a conocer cuál es la empresa, Diego Santos adjuntó fotografías con las que corroborarían los hechos. Además, publicó el perfil de una empresa de ‘tours’, dicha empresa tiene bloqueados los comentarios en su cuenta de Instagram.
Fuente consultada: Pulzo.