Estamos jodidos

Estamos jodidos

A la hora de hacer un balance de las elecciones legislativas del pasado 13 de marzo de 2022, son muchos los ciudadanos que cuestionan al gobernador de Córdoba, Orlando Benítez, por no lograr un escaño en la Cámara de representantes. “Está jodido” es el calificativo.

Pero tal cuestionamiento, es una apología a la corrupción, al clientelismo y a la intervención en política de los empleados públicos: “¿cómo no sacar con el presupuesto y la burocracia de la gobernación a un representante?”. Este es el interrogante que se hacen algunos que se hacen llamar “políticos”, “líderes políticos” y “líderes de opinión”.

Confieso, que inicialmente pensé lo mismo, quizás impulsado por que “somos culturalmente corruptos” o por la “condición psicológica corrupta del ser humano” o quizás motivado en que “la corrupción se debe llevar a sus justas proporciones”, pero inmediatamente pensé en Hamlet: “Ser o no ser, esa es la cuestión”; decidí, entonces, por voluntad propia, no ser un perverso estúpido jodido.

Ahora bien, si algo hay que reconocerle al gobernador, sería la de no aplicar a la letra el pensamiento de Nicolás Maquiavelo sobre la estructura de las situaciones, la cual hoy se define por la ciencia política como la estructura de las oportunidades, entendida esta como la condición facilitante y de vínculos de constreñimiento de la acción política la cual todo mandatario debe aplicar.

Seguramente, Orlando Benítez, no quiso ser el alumno más avezado de Maquiavelo, para darle aplicación a esa concepción amoral y condición facilitante de que “la política no se centra en lo que se le dé a la sociedad o al ciudadano, sino como el que está gobernando lucha por mantenerse en el poder, quebrantando cualquier limite democrático”

En efecto, en nuestro departamento de Córdoba, abundan por doquier los que de forma empírica, Maquiavelo les ha quedado en pañales, practican como forma de gobierno el quebrantamiento del orden democrático a favor de una causa no política sino personal, totalmente ajena a la función pública y al estricto acatamiento de los principios de la administración estatal: Moralidad, interés general e imparcialidad.

Alejandro Lyons, por citar ejemplos, mantuvo a su prima hermana ocho años en el Congreso de la República, obteniendo en su periodo como gobernador la máxima votación como candidata a la cámara de representantes; cuánto le costó eso al departamento de Córdoba: Cartel de la Hemofilia, cartel del Sida, cartel del PAE, cartel de la toga, muerte a un funcionario de alto nivel, etc. 

Marcos Daniel Pineda, durante 12 años, ha puesto a disposición de una causa personal la administración municipal a su cargo, sin embargo, hoy nos quejamos de sus concesiones, aseo – agua potable, concesión vial, que muy seguramente le han servido para financiar sus campañas electorales.

El actual mandatario de los monterianos, Carlos Ordosgoitia, no es ajeno a tales prácticas, hoy se denuncia que la ESE “Vida Sinú” está al servicio de la politiquería departamental, no en vano la mayoría de los funcionarios de esa entidad municipal son de otros municipios diferentes de la capital cordobesa, tal como se denuncia en redes sociales.

Para finalizar este punto, no hay que olvidar que cuando a estas casas politiqueras no les alcanzó el presupuesto público y la burocracia estatal para sus fines políticos espurios, acudieron sin temor y sin el mayor asomo de horror, a las armas y a la motosierra, aliándose con grupos paramilitares para mantenerse en el poder. Aplicaron a la perfección la analogía Maquiavélica de creerse “zorros y Leones”.

Así, entonces, nos peguntamos: ¿es esto lo qué extrañamos?, ¿es esto lo qué le pedimos que haga el gobernador?, ¿no violentar la constitución y la ley es estar “jodido”?. La falta de moralidad pública no nos hace ciegos ante el delito, nos hace cómplices.

A contrario sensu, para el Gobernador de Córdoba, aplicando las cogniciones Maquiavélicas, seguramente le hubiere resultado fácil, por ejemplo, dejar a Walter Gómez, como secretario de Salud y como la persona encargada de repartir el presupuesto de la entidad a cuanto gerente de hospital, centro de salud, dueños de clínicas existieren en el departamento a cambio de respaldo a una causa electoral, y/o la de nombrar sin méritos ni condiciones ni experiencia a personal médico asistencial, despojando, tal vez, del derecho al trabajo a aquellos funcionarios que se negaran a sus propósitos electorales.

También, pudo el gobernador, para no estar jodido, celebrar convenios interadministrativos de 10 mil millones con cada mandatario local para que le garantizaran unos 200 mil votos en las justas electorales parlamentarias pasadas.

Igualmente, también pudo, el gobernador, dejar en sus cargos a aquellos funcionarios que renunciaron a su administración dos meses antes de las elecciones por no acceder, seguramente, a sus pedidos burocráticos y económicos como condición sine qua non para respaldarlo políticamente.

Esta jodido el gobernador por no quebrantar los limites democráticos, la constitución y la ley.

En fin, se ha invertido la escala de valores democráticos que ha llevado al ciudadano, como sujeto político, a convertirse en un ridículo perverso y causante de su propia desgracia. Verbigracia, el domingo votaron y el lunes protestaron en contra por los que votaron por que les dejaron un negociado de cámaras de foto multas que los perjudica… Los que están jodidos son otros.

En conclusión, si no queremos estar jodidos apartémonos totalmente de esos coros que cantan: ¡Viva la corrupción! y gritemos juntos al unísono: Bienvenidos a la Administración Pública esos “políticos jodidos”, pero buenos administradores.