El monteriano Waimar Petro un guerrero del micrófono, con un talento desconocido como cantante hasta esta edición del programa televisivo Yo Me Llamo, hoy da una muestra de que los sueños no son imposibles de alcanzar.
Luego de interpretar ‘Despedida’ y de dar un emotivo show en el que incluso se derramaron lágrimas, el imitador de ‘El jefe’ fue coronado por el público como el mejor de la noche en Yo Me Llamo.
El reality show del canal Caracol se fue a vacaciones hasta el próximo 11 de enero, no sin antes dejar con el aguinaldo al mejor imitador de la noche 17 de diciembre de 2021.
El programa que busca el doble perfecto se despidió por una corta temporada para compartir con sus familias y sus seres queridos la temporada de Navidad y Año Nuevo. Sin embargo, no podían irse a sus casas sin antes celebrar la última gala de premiación en la que uno de los competidores se llevó $20 millones, que ayudará a cumplir algunos de sus sueños.
Los concursantes que participaron por la millonaria cifra fueron ‘Maluma’, ‘Camilo Sesto’, ‘Nacho’ y ‘Daniel Santos’, uno de ellos fue el elegido para unirse a ‘Bad Bunny’ y ‘Leonardo Favio’, quienes ya pasaron por esta prueba en la que el público votó por su favorito.
El premio que entregó el cuarto jurado, los televidentes con sus votaciones, se quedó en las manos de ‘Daniel Santos’, un monteriano que además de haber demostrado el gran talento que tiene con su voz, conmovió con la historia del por qué quería ganarse este premio.
“No ha habido plata para comprar casa, hermano, por eso vivo con mi mamá, quiero salir adelante para comprar esa casa que mi mujer necesita y para arreglarle la de mi vieja también”, mencionó el artista entre lágrimas.
Y agregó: “Ella (su madre) ha sido pieza clave en toda la crianza de nosotros, ella sabe todos los deseos que tenemos plasmados a través de este compromiso”, recordando también a su padre, que ha sido inspiración para interpretar a su artista favorito, Daniel Santos.
Con la canción ‘Despedida’, también erizó a Amparo Grisales, que le dio una apreciación muy positiva al final de su interpretación.
En la capital de Córdoba Waimar estaba acostumbrado a pedalear con su singular triciclo en su cotidiano oficio de perifoneo, con el ceño fruncido por causa del ardiente sol caribeño, ganando honradamente con el sudor de su frente cada peso que a su casa llevase. Pero nadie, nadie se imaginaba lo que en su cabeza iba pensando y soñando, hoy cumple sus sueños.