Por: Erasmo Zuleta Bechara
La pandemia trajo retos y la innovación fue la mejor forma de enfrentarlos. El gran aprendizaje, tras situaciones tan atípicas como las de este año, es que solo aquellos que tienen una alta capacidad de resiliencia y transformación sobreviven y perduran a lo largo del tiempo. En pocas palabras; el 2020 dejó claro cuáles son los elementos necesarios para impulsar el emprendimiento.
Por ejemplo, la pandemia incrementó exponencialmente el valor de las compañías basadas en tecnología como Facebook o Zoom. Por el contrario, el valor de compañías tradicionales como Exxon Mobil, que fundamenta su negocio en la extracción de petróleo, ha caído un 40% desde finales de 2019. Lo anterior porque en tiempos de aislamiento la tecnología se transformó y ahora nos permite comunicarnos sin desplazarnos, en detrimento del consumo de hidrocarburos. Las videollamadas pasaron de ser algo esporádico a obligatorio. Lo mismo sucedió con los servicios de mensajería o domicilios, entre otros.
Es así como el emprendimiento, uno de los pilares del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, cobra ahora más importancia que nunca. De esta manera apoyé durante su tránsito en Cámara de Representantes, el proyecto de ley de emprendimiento que se fundamenta en cuatro pilares: i) Reducción de cargas y trámites (disminución tarifas Invima para microempresarios y tarifas diferenciadas del impuesto de registro), ii) Unificación y actualización normativa de financiación (modificación del objeto social del Fondo Nacional de Garantías y unificación de fondos y recursos para emprendimiento en iNNpulsa), iii) Promoción del emprendimiento a través de la educación y iv) Fortalecimiento de la institucionalidad del emprendimiento (iNNpulsa y el Sistema Nacional de Competitividad e Innovación).
Con respecto al pilar de financiación algunos congresistas pusimos el dedo en la llaga pues el proyecto únicamente unificaba recursos ya existentes en iNNpulsa o promovía algunos programas en operación. No se hablaba de recursos frescos. Es así como el proyecto de ley de mi autoría, que obligaría a los fondos de pensiones a invertir en el país el 3% de los recursos que administran, cobra vital importancia. Estos sí serían recursos frescos no solo para el emprendimiento, sino para obras de infraestructura o proyectos inmobiliarios, entre otros. Serían 4.5 billones de pesos frescos que no caerían mal a nuestro tejido empresarial, en vez de financiar empresas y gobiernos extranjeros.
Por último, y con gran alegría quiero contar que en la Ley de Emprendimiento fue aprobada una proposición de mi autoría para abrir la posibilidad a que las entidades territoriales otorguen amnistía a multas impuestas por violar las medidas de contención de la pandemia. Es una opción que tienen los departamentos, municipios o distritos para otorgar un descuento de hasta el 60% del valor de las multas y el 100% de los intereses de estas con un único objetivo: ayudar al bolsillo de más de 800 mil colombianos que fueron multados hasta agosto de este año. Muchos de ellos se vieron obligados a salir de sus casas para trabajar y llevar el sustento a sus hogares. La situación disminuyó sus ingresos, bien sea porque perdieron su trabajo o sus negocios funcionaban a un menor ritmo.
Desde este espacio invito a las entidades territoriales a que acojan esta propuesta. Buena parte del valor de estos comparendos ni siquiera se recibe porque los multados no tienen cómo pagar $936.000 pesos. Sin embargo, con la amnistía a la cual se podrían acoger hasta junio del próximo año, por lo menos podrían recibir el 40% de estos recursos al tiempo que se solidarizan con los ciudadanos. Los actuales niveles de desempleo y pobreza del país son un indicativo de la grave situación por la que atraviesan miles de colombianos.
Hay que emprender, pero con solidaridad.