Ética y  política

Ética y política

Me atrevo asegurar sin temor  a equivocarme  que si antes de nacer hubiese sabido a donde iba a parar, hoy estuviera aferrado  a mi otro mundo. Evitando a este planeta donde es fácil sufrir, vivir con miedo y lo peor del caso, creer en las mentiras. Desafortunadamente llegamos sin saber nada.

Sin embargo, no se puede negar que nacer se convierte en un  acontecimiento increíble, y majestuosamente hermoso. El nacer, es ese gran episodio donde actúa aquel apasionado doctor, quien inicialmente, te da la bienvenida, nos pega una palmadita a manera de golpe, llamada “golpecito de existencia” lo cual nos obliga a pegar nuestro primer GRITO en la vida. Paradójicamente, no sabemos si ese gesto hace alusión a un grito de victoria, o simplemente es  un grito de sufrimiento. Claro está, que a todos nos gustaría vivir, bajo la sombra de felicidad y vida plena. No obstante  estimado amigo, como en todo ciclo, no podemos olvidar que llevamos en nuestros hombros, el misterio de la mismísima muerte. Basado en esta pequeña ilustración, ahora entiendo perfectamente aquella famosa frase a la que acude aquel descontrolado “borracho” cuando dice entre lágrimas y sonrisas: ¡señores un brindis que  la vida es demasiado corta! Así que trata de ser feliz, haciendo lo que más te gusta.

Esta linda carrera llamada “vida”, sin manifestar un propósito,  nos echa en nuestras maletas de viajeros, un puñado de sentimientos, un toque de sufrimiento, un pedazo de valentía, un libro titulado Ética y Moral, y la recomendación a encontrar  una cartilla que lleva por nombre, Principios y valores. Herramientas suficientes, con las que tienes que actuar a los largo de la corta travesía. ¿Sabes qué? Hoy les confesaré algo: personalmente, en aquellos espacios que a solas me regalo, he tratado de entender, no solo el misterio del universo, sino el objetivo que debo cumplir aquí en la tierra. Hablar de que viene hacer el ser humano a la tierra, es demasiado complejo y casi siempre  enigmático. No soy experto en la materia,   pero  pareciera que la naturaleza nos trae  programado: caminar, comer, dormir, tomar agua, reír, amar, odiar, preocuparnos, sin dejar de saber que debemos morir antes o después.  Por eso yo, he decido simplemente al máximo, tratar de hacer el bien sin mirar a quien.

Ahora que ya tenemos la mente abierta sobre el papel que jugamos en nuestra propia existencia, te invito a que saquemos de nuestras maletas, el pequeño libro de Ética y moral, y la recomendada  cartilla que nos habla de principios y valores. Espero que este natural llamado no colapse nuestra formar de actuar y vivir en el  ancho y contagioso, camino de vida.

En la mejor escuela de  vida, o sea la casa de nuestros padres, siempre nos recalcaron a través de un lenguaje sencillo: ¡mantén una buena conducta hijo mío, para que seas una persona de bien! La pregunta es: ¿si nuestros padres, que en la mayoría de las veces, no pisaron un plantel educativo, ¿por qué argumentaban y asimilaban tan valiosas teorías? Simple: es un formato natural.  ¡Vaya relación de las sencillas palabras de nuestros padres, en comparación con el significado filosófico de Ética y Moral! Significan lo mismo. En otras palabras, “no todo se aprende de los libros”.  La ética, o filosofía moral, es la rama de la filosofía que estudia la conducta humana, ​​ lo correcto y lo incorrecto, ​​ lo bueno y lo malo, ​ la moral, ​ el buen vivir, ​ la virtud, la felicidad y el deber. Ampliando un poco más nuestro contexto con relación al otro componente de los principios y valores, encontramos que: Los principios son las leyes naturales que son externas a nosotros y que en última instancia, controlan las consecuencias de nuestros actos. Los valores son internos y subjetivos, y representan aquello que sentimos con más fuerza y que orienta nuestra conducta.

Este fragmento propone desglosar ambiciosamente, el actuar de nosotros los seres humanos al encontrarse de frente en el campo del  bien y al mal. Y me atrevo asegurar sin temor equivocarme que las actuaciones de nosotros, bajo estas dos percepciones (el bien y el mal), tiene una explicación sencilla, olvidamos que en nuestras maletas de viajeros, traemos el material que nos enseña a vivir el estrecho camino del bien. Confieso un poco de  pena ajena querido lector, no quiero que pienses que trato de persuadirte que camino debes tomar, se y entiendo perfectamente que eres libre y que individualmente tienes la capacidad de elegir.

¿Para qué quiero proyectar conceptos de fácil interpretación como la Ética la  Moral y los Valores? Realmente si fuera fácil interpretarlos y practicarlos no estaría hoy escribiendo algo sin sentido. Quiero aterrizar y finalizar aplicando este contexto al ámbito político Colombiano. ¡Por Dios! Que digo, ¿Político? O seres inhumanos   hundidos  en el hueco de la ambición. Sé que algunos prefieren mejor no hablar del tema. Lo  concibo perfectamente.

¿Y los culpables? usted y yo. Estamos hipnotizados  a pesar de gozar de un mundo  civilizado. Somos responsables directa o indirectamente de asignarles facultades a personas carentes de la vocación de servir y de la preparación suficiente para ejecutar el bien. Cuando niño, viví en un modesto caserío llamado el Socorro, a diez kilómetros del concurrido pueblo de Arboletes Antioquia, zona productiva y bananera del Urabá Antiqueño. Era un domingo 17 de octubre, día  de elecciones.

Mi papá quien madrugó a votar a pesar de la interminable  lluvia que ese día caía, ya tenía instrucciones claras  por quien debía depositar la “confianza”. Al regresar del pueblo,  trajo en sus manos un “tamal de cerdo” y su dedo índice, pintado de color rojo. Significando esto,  su sufragio  en las  elecciones  presidenciales entre azules y rojos. 

En mi infantil  inocencia de aquella fiesta política, pensaba que era una sana contienda. Lo que yo ignoraba, era que aquella comisión que había visitado a mis padres una semana antes de las elecciones, no solo se aprovecharon  de su humilde desconocimiento, sino que despiadadamente compraron  su libertad. Hoy entiendo el sucio y macabro actuar de la  política. En aquella ocasión eran liberales y conservadores,  hoy ni siquiera sé cuántos partidos se debaten por la ambición de poder, acabando en ocasiones, con almas inocentes. Pido perdón por aquellos pocos que dentro del mundo político, intentar hacer el bien. Casi siempre terminan MUERTOS.

Hoy el mundo está paralizado con la llegada del COVID – 19, los Gobiernos dentro de sus facultades están  obligados a atender no solo la calamidad de salud, sino el hambre de casi todo un pueblo. Coyuntura fácil para los amigos del  dinero.

¿Has escuchado la historia del atún de veinte mil? Lamentablemente, esto paso en algún lugar de Colombia.  O has leído por medios virtuales “las incongruencias en  las Bases de Datos a nivel nacional, para los aspirantes de Ingreso solidario? ¿Dónde se halló  número de cedulas de personas muertas opcionadas para el programa?” con tristeza debo recordar, que esto pasó en mi amado País. Señores creen ustedes que el título de este fragmento guarda relación? ¿Que la ÉTICA y la POLÍTICA,  trabajan juntas? ¡Jamás! Y ahora menos. Sino mira la actuación de nuestros honorables  congresistas, las incontables investigaciones a ex presidentes, las peleas de alcaldes y concejales, las famosas chuzadas de llamadas, los exagerados contratos de “mercaditos” para mitigar  el hambre del pueblo, las destitución de coroneles por presunta corrupción, la investigación de magistrados  por tráfico de influencias, carrusel de contrataciones,   entre otras miles de  barbaridades que no mencionaré, para no seguir lastimando nuestras almas.

El tema amerita  recordar  el resumen del contexto sublime de la palabra POLITICA: “garantía del bien común de una sociedad” Con esta frase, cualquier persona con una conducta intachable, se atrevería a liderar  a nuestro amado País, hundido en la pobreza, desigualdad, analfabetismo, deserción escolar, delincuencia, corrupción y muertes injustificadas, abandono, desplazamientos, exageradas cifras de desempleo, entre otras circunstancias deplorables.

Aristóteles (filósofo griego, ca. 384-322 a.C.). Resume a la Ética y la Política así: La Ética tiene como objetivo alcanzar el fin propio del hombre al que se dirigen todas las actividades humanas, es decir, la felicidad. Mientras que la ética se encarga de la felicidad de un individuo la política trata de buscar la felicidad de un conjunto social; a su vez, al ser el hombre un ser sociable por naturaleza, la felicidad del individuo está indisolublemente unida a la felicidad del cuerpo social al que pertenece por lo que, Aristóteles concluye que la ética es, en realidad, una parte de la política y que debe estar supeditada a ella: la felicidad del conjunto social es más importante que la del individuo.  (Por Ciudadano 014-Q En Aristóteles – 25 de diciembre de 2008)

Ya para finalizar, exhausto e impotente frente al negro mundo de la política y su falta de ética, mi mente recuerda  el final magistral de aquella hermosa obra literaria, el coronel no tiene quien le escriba. – “Cuando su esposa insistentemente le pregunta al Coronel  ¿mientras tanto, que comeremos hoy? El coronel, necesitó setenta y cinco años – los setenta y cinco años de  su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explicito, en el momento de responder: – Mierda”

Al igual que el coronel, de manera  espléndida  pierdo la  bondad cuando trato inexplicablemente de entender el cáncer político que arrastra Colombia. Y cuando me preguntan ¿que pienso de la  política?  Simplemente  Me siento puro, explicito, al momento de responder: – ASCO.