Por: Erasmo Elias Zuleta Bechara, representante a la Cámara
Desde mucho antes de la pandemia en Colombia vivíamos una serie de hechos que ponían en peligro tanto el orden social como la institucionalidad.
Desde hace varios años se venía gestando un escenario donde las inconformidades de gran parte de la población, sumadas a noticias lamentables eran astutamente politizadas por personajes sin escrúpulos que, con tal de tomarse el poder, no les importaba generar una verdadera catástrofe que hubiera sido nefasta para el orden de nuestro país.
Desafortunadamente al escenario anterior se le sumó la crisis desatada por la pandemia, la cual nos tomó sin previo aviso y promete dejar heridas que tardarán años en sanar. En días pasados le expresé al Presidente Iván Duque mi preocupación sobre el efecto en el tejido social colombiano que puede tener la pandemia, aún después de superada.
Por lo tanto, hice seis propuestas puntuales con miras a prevenir un potencial colapso de nuestra economía y nuestra sociedad en los años venideros, una vez la pandemia sea cosa del pasado y enfrentemos un panorama potencialmente desolador.
En concreto, tres de las propuestas estaban hechas desde la perspectiva del gasto y tres desde la perspectiva de financiación. La primera de ellas era incrementar la velocidad de ejecución de los recursos asignados desde el Presupuesto General de la Nación para atender la pandemia. Lo anterior, teniendo en cuenta que faltan tres meses para acabar el año y de dicho presupuesto todavía hay un 52% sin ejecutar. Es decir, tenemos unos 15,3 billones de pesos disponibles para mitigar el efecto de la pandemia en lo que resta de 2020.
De igual manera, también sugerí asignar desde el Presupuesto General de la Nación mínimo 5,2 billones de pesos al sector agropecuario, que correspondería al presupuesto asignado en el 2013, ya que para 2021 solo se le asignarían 2,2 billones siendo este un sector crucial a la hora de enfrentar la pandemia, pues es del campo de donde han salido todos los alimentos que nunca hemos dejado de consumir en ninguna etapa de la crisis. Además, el campo será un actor determinante a la hora de superar el golpe económico en la post-pandemia.
Adicionalmente propuse realizar una focalización efectiva del presupuesto de inversión. Los sectores más vulnerables de la población deben ser prioritarios. En segundo lugar, deben estar los sectores económicos que generan mayor impacto en términos de empleo y bienestar para todos los colombianos. Es decir, sectores tales como infraestructura, vivienda y servicios públicos.
Para materializar todas estas iniciativas no hay que dejar de lado las fuentes de financiación. Por lo tanto, sugerí al presidente solicitar una disminución de tres puntos porcentuales adicionales al encaje bancario. Esto podría otorgar una liquidez al gobierno nacional de 9 billones de pesos de forma inmediata y sin poner en riesgo la liquidez del sistema financiero. Sugerí también ampliar el cupo de endeudamiento del gobierno nacional a 20 mil millones de dólares.
Por último, considero importante que los fondos de capital privado, actores claves dentro de la era post-pandemia, se fortalezcan. Para ello podrían utilizarse una proporción muy pequeña de los recursos de las cotizaciones de los colombianos que actualmente están invertidas en el extranjero, pudiendo quedarse en el país y dinamizar la economía nacional. Bastante paradójico que existan campañas publicitarias diciendo ‘compra lo nuestro’ pero no haya una sola que diga ‘invierte en lo nuestro’.
Para finalizar quiero agregar que, si bien es cierto que todavía falta camino para ganarle la batalla al Coronavirus, hay que ir un paso más adelante. Solo faltan tres meses para acabar el 2020, un año que marcó a la humanidad. La etapa que se viene en los próximos años bien puede ser una oportunidad para renacer de las cenizas y crecer tanto económica como socialmente, pero esto solo será posible si toman acciones decisivas rápida y eficazmente.