«Yo intenté suicidarme por bullying en colegio La Salle de Montería» El conmovedor testimonio de  María Paulina Flórez Loaiza

«Yo intenté suicidarme por bullying en colegio La Salle de Montería» El conmovedor testimonio de María Paulina Flórez Loaiza

Luego que se registrara el lamentable caso de la menor de 12 años de edad Cristina Isabel Jiménez, estudiante del colegio La Sale de Montería quien al parecer por ser víctima de bullying  se lanzó del séptimo piso del edificio Torres de San Jerónimo l, ubicado en el barrio La Castellana, de Montería, se conocieron numerosas campañas en contra del matoneo. Hoy sábado 2 de junio de 2018, La Lengua Caribe conoció en exclusiva el conmovedor testimonio de una estudiante egresada de dicha institución quien asegura haber sido víctima de matoneo por parte de algunos de sus compañeros. Ella es María Paulina Flórez Loaiza de 18 años de edad  quien  nos autorizó la publicación de su escrito con el  fin de  compartir sus experiencias y aportar  en la búsqueda  de soluciones a dicho flagelo. Esta es su historia

No pretendo denigrar a mi bello colegio en el que crecí y viví las etapas más maravillosas de mi vida, solo hablaré con la verdad desde mi propia experiencia. Cristina Isabel Jiménez Vergara, no fuiste la primera, pero cuanto desearía que sí fueras la última, no te conocí, pero no me resulta difícil comprender cuánto dolor sentía tú alma, seguramente no vivimos lo mismo, pero por tus palabras puedo descifrar que sí lo sentimos, ya que muchas veces al igual que tú, las escribí, aunque probablemente por nuestras edades distintas, no tome una decisión apresurada. No me da vergüenza admitir que en muchas ocaciones fui víctima del bullying y la discriminación, desde redes sociales como ask.fm, en el cual recibía mensajes denigrantes, humillantes e irracionales de manera anónima, por mi forma de vestir, mi contextura delgada, también realizaban suposiciones acerca de mi vida y de mi familia, incluso en algunas ocaciones me propusieron, en ese entonces a una niña de 13 años, que lo mejor que podía hacer era dejar de existir… Recuerdo que una vez me colocaron un apodo «María Putina» cuando a mis 13 años muy inocentemente estaba enamorándome por primera vez , todavía es la hora y a mis 18 años, recibo mensajes de cuentas falsas en Instagram en las que me insultan porque no les agrada mi físico.

Soy egresada del Colegio La Salle Montería, estudié ahí toda mi vida (desde grado pre- jardín) crecí junto a mis compañeras de clase, enamorada del deporte, en especial el baloncesto, luche toda mi vida por ser nombrada capitana por mi gran desempeño y en 6to grado mis compañeras habían prometido escogerme, recién había ingresado una estudiante nueva a la institución y prefirieron darle la oportunidad a ella, y no a mí que en verdad me lo merecía por mí constancia, desde ese entonces decidí no volver a practicar ese deporte nunca más. Además de eso tuve la oportunidad de presenciar cómo las capitanas excluían la participación de ciertas estudiantes por no ser destacadas en el deporte, impidiéndoles disfrutar igual que el resto, creando un gran resentimiento en ellas no sólo con esas personas que las excluían, sino también con el deporte.

Por otra parte, los grupos de trabajo siempre fueron un gran martirio para mí, ya que sin importar lo amable y disciplinada que era, en algunas ocasiones me tocaba trabajar sola por no haber sido elegida por ninguno de ellos o cuando me elegían, mi oportunidad de trabajar era limitada o incluso nula porque no me creían capaz de poseer el mismo intelecto que ellos, fueron muy escasas las veces que pude trabajar satisfactoriamente en equipo.
Cuando sonaba el timbre del recreo para muchos era una gran felicidad, mientras que para mí era otro martirio, me tocaba salir detrás de mis compañeras y hacer expresamente lo que ellas decidieran, porque de lo contrario me tocaba sentarme al lado de un poste a observar cómo muchos compartían con sus compañeros.

En grado 10, a mis 15-16 años, entre en depresión, no quería ir al colegio, incluso dure como 3-4 meses sin asistir, estaba pasando por un mal momento y todos aquellos comentarios negativos habían resucitado, haciéndome gran peso, me sentía sola y en muchas ocasiones intenté acabar con mi vida. Gracias a Dios, tuve un gran apoyo por parte de mi familia, asistí a psicólogos, pero más que eso saque una gran fortaleza espiritual que me impidió terminar con mi vida.

Después de eso, conocí personas maravillosas y logré graduarme. Y sí conté con apoyo por parte de las directivas del colegio, realizaron «charlas» con las estudiantes con las que más tenía dificultades, incluso vinieron hasta mi casa a pedirme que no abandonará la institución, pero esos recursos que utilizaron no fueron los suficientes, ya que cuando volví todo seguía igual. Nunca pensé contar mi historia públicamente, pero luego de lo sucedido, siento el compromiso de no quedarme callada, porque no todos los niños y jóvenes cuentan con la misma fortaleza para salir adelante, como fue en mi caso. Pienso que esta es una problemática que se tiene que combatir desde las 2 partes, los afectados y las personas que realizan este tipo de actos.

Los afectados: los padres tienen que procurar enseñar a sus hijos a construir una personalidad fuerte y segura de sí misma, para que no se dejen influenciar de los comentarios y las acciones ajenas, al igual que el fortalecimiento espiritual y la promoción de ayuda psicológica cuando comiencen a experimentar cambios en la conducta, que puedan ser producto de una depresión.
Las personas que realizan este tipo de actos: las instituciones educativas, no le han dado la importancia suficiente a estas problemáticas, la poca supervisión promueve a que se practiquen este tipo de actos, se preocupan más por construir personas con alto rendimiento académico, que personas realmente humanas. ¿Por qué la clase de ética y valores solamente se ve una vez a la semana ? Y la clase de matemáticas todos los días? ¿Por qué la clase de ética y valores es tomada para realizar celebraciones y no la clase de química? Y es que las instituciones educativas son planteles que trabajan con NIÑOS y JÓVENES, en las edades más importantes de la vida, las edades del aprendizaje, de la susceptibilidad, en donde se define la personalidad, la identidad, lo que serán como adultos y aún así se le brinda mayor relevancia a la parte académica, que a la parte humana, se les olvida que para ser profesionales, primeramente hay que aprender a ser personas.
No me puedo imaginar la cantidad de problemas familiares, sociales y personales que padece una persona que atenta en contra del bienestar psicológico de otra y los que lo practican de manera inconsciente POR FAVOR cuiden sus palabras, nadie piensa y siente igual que ustedes, cada persona es un mundo completamente distinto. Y las personas afectadas POR FAVOR pidan ayuda, no se queden callados, no acumulen sus problemas, si algo aprendí de mi experiencia, es que en el mundo hay MILLONES de personas y siempre habrá alguien dispuesto a escucharte y ayudarte, pero lo más importante es nunca perder la Fe.

María Paulina Flórez Loaiza.

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