Juancho Nieves: la música hecha persona

Juancho Nieves: la música hecha persona

Por Andrea Mercado Ruiz

 

Un sábado cualquiera, en el municipio de Sahagún, en esas horas donde los sancochos de gallina del almuerzo destilan sus mejores aromas, un hombre alto, de complexión delgada como el tallo de una gaita, de piel blanca, con muestras en el color del cabello y de la barba que los años no llegan solos, pero dejan experiencia.

Vestido con un atuendo y unos anteojos muy juveniles, decidió abrir las puertas de su casa, de su arte, de su vida. Él es Juan Carlos Nieves Oviedo, más conocido como el maestro, “Juancho Nieves”.

Su hogar es la casa de sus padres, una casa grande y colonial, de esas que se hicieron en el siglo pasado y que hoy hacen parte del patrimonio cultural de su amado pueblo. La casa está llena de instrumentos musicales, tiene ubicado un piano pequeño en la entrada y al lado derecho, una pequeña habitación que antes funcionaba como estudio de grabación y que, en la actualidad, es su “nido de botar corriente”.

En su nido hay dos baterías, un bajo, una guitarra, varias gaitas, y otros instrumentos, los cuales todos ellos sabe tocar. Esta pequeña habitación, la cual ha sido su refugio desde el año 2001, cuando regresó a su tierra natal, fue el lugar de su casa que escogió para contar su historia.

Músico de profesión y pasión

Juancho, es músico por convicción, pasión y profesión. Desde los cinco años fue muy inquieto, le gustaba mucho necear con los instrumentos que tocaban sus hermanos mayores. Al terminar el colegio, se fue a la ciudad de Popayán a estudiar en el Conservatorio de Música de la Universidad del Cauca, de la cual se graduó seis años después, y empezó una travesía llevando la música andina por todo Suramérica.

Después de viajar por varios países regresa a Colombia, conforma su orquesta y trabaja con ella por más de 20 años en el sector hotelero de ciudades como Bogotá, Barranquilla, Cali y Medellín.

Decide radicarse en la ciudad de Cartagena en el año 1999, pero su estadía en esta ciudad dura solamente dos años, puesto que a su padre le diagnostican un cáncer y en consenso con sus hermanos, decide que debe regresar a Sahagún y acompañarlos, ya que él era el único que tenía un trabajo independiente.

Su mundo ligado a la música

La forma en como Juancho Nieves ve el mundo está totalmente ligado a la música, sus gustos y su forma de hablar revelan el amor que le tiene y su forma de llevar la vida también lo evoca. En su vida amorosa ha sido un poco desordenado, ha tenido cuatro matrimonios y un hijo con cada una de sus ex mujeres, pero a pesar de su recorrido amoroso, hoy por hoy, a sus 60 años, está soltero.

A pesar de que se la hace muy difícil describirse a sí mismo, siempre se ha caracterizado por ser un hombre muy alegre, mamador de gallo, sensible, desinteresado, cariñoso, y sobre todo muy sencillo y humilde. Pero su vida da un vuelco enorme cuando, cuatro días antes de volver a su pueblo, su padre fallece y no alcanza a despedirse de él, como tenía planeado.

Su estadía en Sahagún, demoraría aproximadamente seis meses o un año, mientras que su madre se acostumbraba a la viudez, pero es en ese tiempo cuando conoce al maestro Elver Álvarez Guzmán  y junto a él comienza a trabajar en un descubrimiento musical, el cual fue llamado Hacia la universalización de la gaita.

El proyecto consiste en cambiar la forma de crear las gaitas, pues estas eran diseñadas con medidas basadas en el cuerpo humano. Estos dos maestros logran darle una nueva forma de creación a ellas, siendo los primeros en experimentar con gaitas en afinación universal.

El primer álbum, producido y arreglado por Nieves, es lanzado en el año 2004 bajo el nombre de Como gaviota enamorada, con el acompañamiento de la vocalista Angelita Jiménez y del reconocido grupo musical, la Tribu Barají,

La segunda producción, es el álbum Gaitas, lanzado en el año 2007, este álbum es una colección de porros tradicionales tocados solo con gaitas, emulando los sonidos del clarinete, el bombo, la trompeta y demás instrumentos propios de este ritmo. La carátula del disco, son dos gaitas, una hembra y una macho, con el fin de darle protagonismo exclusivamente al instrumento.

¿Cómo nace la Tribu Barají?
La Tribu Barají, es un grupo bastante reciente, se forma cuando yo regreso a casa. El nombre viene de una leyenda propia de la cultura sahagunense, la de la princesa Barají o vara de ají, la historia la adaptamos mi hermano y yo de una forma jocosa y fue puesta como contra carátula del álbum Gaitas. Luego del lanzamiento del disco, la gente empieza a pedirme el grupo para las presentaciones, entonces ahí empieza la Tribu Barají a tocar oficialmente y a darse conocer, fue después del disco.

¿Cuál cree usted que ha sido su mayor logro en su trayectoria musical?
Bueno, yo creo que el trabajo que se ha hecho con las gaitas ha sido el más significativo, descubrir una manera de hacer las gaitas con tonalidades y medidas específicas, cambiando la forma tradicional de su elaboración, pero sobretodo el logro que se ha tenido con los viejitos, el de poder llegar a estos gaiteros viejitos de 90 años y decirle, toque esta y sentirlos como un niño con juguete nuevo, es demasiado satisfactorio, este es el trabajo más serio que he hecho en toda mi carrera.

¿Ha recibido algún reconocimiento por su trabajo con las gaitas?
Sí, dentro de los más importantes te podría mencionar rápidamente que, en el año 2009, el Congreso de la República me otorgó el grado de Caballero, como maestro y artesano constructor de la universal gaita cabeza e’ cera y en el 2010, fui homenajeado en el Festival Nacional de La Cumbiamba en Cereté, el cual había ganado en el año 89, y hace poco fui invitado a grabar junto a Carlos Vives un video por la paz de Colombia, de la canción La tierra del olvido y querían que tocara la parte de gaitas.

Ha tenido la experiencia de tocar todo tipo de instrumentos, de viento, de cuerda, de percusión, pero… ¿Cuál es su instrumento favorito?
El que más me llega al alma, es el bajo. Yo creo que ese es mi instrumento amado, porque entre otras cosas ese fue el primer instrumento que yo cogí cuando era niño con mis hermanos, y en los colegios donde estudié siempre era el bajista, me marcó desde pequeño y fue el instrumento que siguió a mi lado durante muchos años.

¿Qué es lo más difícil de ser músico?
La disciplina que hay que tener, ser músico requiere mucho sacrificio, uno tiene que olvidarse de novia, de cine, de fiestas de todo.

¿Y lo más lindo?
Tocar, la sensación es indescriptible, cuando se toca algo con amor, porque esa es la base de todo, hacer lo que uno ama  y hacer las cosas con amor. Ver al público satisfecho y que le guste lo que has tocado, es mágico. La esencia de la música es el alma. Yo no me imagino siendo otra cosa que no sea esto.

¿Qué proyectos adelanta actualmente en pro de la cultura?
Bueno, actualmente soy el director del Festival de Cultura de Sahagún, antes llamado Semana Cultural, y el cual desde hace cinco años ya no cuenta con el apoyo del Ministerio de Cultura. También hago parte de la junta organizadora del Encuentro Nacional de Declamadores y del Encuentro Internacional de Cuenteros y soy jurado y organizador principal del Festival de Gaita Corta de la Yé.

¿Cómo le gustaría a Juancho Nieves ser recordado?
Así de complicado, como me has visto… (risas), creo que cada persona me recordará a su manera, con lo que más le guste, de pronto con el aporte que he hecho a las gaitas, pero no sé si me gustaría que me recordaran por el trabajo profesional o por el sentido del buen humor que siempre manejo, contando chistes, diciendo cosas graciosas en el momento preciso, o quizás por las dos.

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