“A Dayro creo que no le gana nadie. En todos los equipos hay siempre un loco y un borrachín”: Valentierra

“A Dayro creo que no le gana nadie. En todos los equipos hay siempre un loco y un borrachín”: Valentierra

En entrevista con AS Colombia, el periodista Héctor Fabio Grueso se encargó de hablar con uno de los jugadores más importantes en la historia del fútbol profesional colombiano, Arnulfo Valentierra, quien dio datos importantes sobre las intimidades de un equipo y cuáles fueron los momentos que más recuerda en su carrera.

Con respecto a los jugadores más desjuiciados y locos, califica a Dayro Moreno como el insuperable: “Dayro enterró como tres veces a la abuela. Como que se olvidaba y decía que se le había muerto. Pedía permiso, le daban tres días y regresaba al quinto. Una vez, Jaime De La Pava me dice, ‘qué vamos a hacer con ese muchacho’, yo le respondí, ‘lo que usted decida está bien, pero tenga en cuenta que él es el que nos está haciendo los goles’. Lo castigó dos partidos y lo tuvo que volver a meter”, afirmó entre risas Arnulfo Valentierra.

El barranquillero nacido hace 43 años fue ex mediocampista creativo y además de recuerdos curiosos, también tiene otros gozosos, la mayoría con el Once Caldas, equipo con el que debutó profesionalmente en 1995 y donde también cerró su carrera. Club en el que aún se mantiene como segundo goleador con 138 tantos.

Fue importante en la consecución de la Copa Libertadores de 2004 y en cuanto a los goles más importantes recuerda el que le hizo al Santos de Brasil para avanzar a semifinales, derrotando al cuadro dirigido en ese entonces por Wanderley Luxemburgo.

“También recuerdo, el gol Olímpico que le hice a Centauros en Manizales; uno que le hice al Cortuluá, en Tuluá… agarré el balón en la mitad de la cancha y arranqué; el último jugador que quedaba era Cuenú, le hice un túnel, quedé frente al arquero y lo vencí. Con la Selección Colombia, le hice un gol muy bonito a Uruguay, de media distancia”, recuerda el volante que se catalogó como uno de los más eficaces cobradores de tiros libres en el país.

Dentro de los temas que debatió el jugador con AS Colombia, los más importantes fueron sobre sus logros, el trabajo para llegar hasta donde llegó y los compañeros más parranderos que tuvo.

Tiros libres

“Lo más importante es la condición y la confianza para pegarle al balón. Cuando se tiene trabajo de escuela, se hacen las cosas más fáciles y allí no hay ni guayos ni juanete. Desde la Escuela Sarmiento Lora, siempre procuré pegarle bien al balón y calcular. Lo hacía durante los trabajos técnicos con el profesor Mario Desiderio”.

Las apuestas

“Fueron muchas. Recuerdo que una vez estábamos entrenando y habían podado el estadio Palogrande. Estaban recogiendo el pasto y pusieron la carretilla con una canasta grande en la mitad de la cancha. Le dije a Weimar Villegas, ‘cacho, mirá donde voy a ubicar el balón’, no me creyó; pateé desde la portería y se fue directo a la canasta. Podés patear mil y metés una, y yo metí la primera que tiré”.

Compañeros calidosos

“Saqué goleador a Sergio Galván, a Luis Manuel Quiñones, a Jorge Salcedo. Tuve como compañero a Elkin Soto, quien la ponía como un corozo. Tuve a Alexander Cortazar. A Arley Betancurt lo tuve como compañero en la Sarmiento Lora, fue uno de los grandes jugadores que dio el fútbol colombiano, pero por su locura no se mantuvo mucho tiempo”.

Los compañeros ‘locos’

“A Dayro Moreno creo que no le gana nadie. En todos los equipos hay siempre un loco, una loca y un borrachín. Otro loco fue Arley Betancourt. También, Erly Alcázar; Juan Carlos Henao, por su forma de ser. En Uruguay, los jugadores entre semana, se enrumbaban, y al otro día llegaban al entreno con la misma ropa. Vagancia hay en todo lado. En Perú, se los tomaban, pero después de los partidos”.

¿Y tuvo la ‘loca’ como compañero?

“Sí, claro. Todo mundo se da cuenta, en el fútbol todo se sabe, pero se guardan los códigos”.

¿Los técnicos no le exigían en lo físico?

“Todos pensaban que yo no trabajaba, pero nunca me salí de un entreno; nunca tuve problemas con un técnico. Los entrenadores me decían que no defendiera. En Bolivia tuve uno, que me veía entrenando media hora y me enviaba a descansar; me cuidaba mucho”.

Los choques con los rivales

“Antes los rivales le tiraban a uno, porque sabían que uno les hacía el baile. Tuve muchos problemas con ‘el Panzer’ Carvajal, pero nunca me le arrugué a ninguno”.

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