Blas Macea en medio del olvido y la enfermedad

Blas Macea en medio del olvido y la enfermedad

Usted se ha preguntado cuando envejezca, ¿quién va velar por usted?, ¿cómo va vivir?, ¿sí cae en la enfermedad quien lo va cuidar?  Tal vez Blas nunca se preguntó esto y hoy vive una triste historia.

Este es el caso de Blas Macea Martínez, un adulto mayor  con 89 años de edad, a quien  se le murió su compañera sentimental en el mes de abril de este año, y desde que enviudó quedó en completo abandono en su rancho de palma ubicado en el caserío Arenal, por Boca de Ceiba, en la margen izquierda de Montería.

Don Blas Macea vive con dos de sus seis  hijos, pero es como si estuviera solo según él mismo lo relata, versión que es respaldada por varios de sus vecinos.

Afecciones de la próstata y otras falencias en su cuerpo son las  facturas de sus  años vividos, que lo mantienen con sonda, por medio de ella es que orina. Su rostro demacrado y sus pasos lentos muestran tristeza en  su alma, tristeza que refleja cuando  se le ve tomarse su cabellera canosa y expresar la incertidumbre que siente de ver cómo están trascurriendo sus últimos días de vida en estas condiciones penosas.

Con voz entrecortada ahogada por el llanto el viejo expresa. «me hace falta mi mujer, desde que ella murió todos me abandonaron»… y comienza a mencionar los nombres de sus hijos que no le prestan atención, “José Domingo, Maria , Margrey,  Arturo, Fernando y Over, todos ellos con los apellidos Macea Martínez» signo de la unión y amor que sostuvo con su fallecida esposa.

Lo único que pide don Blas es vivir dignamente, sus hijos no se hicieron responsables por él y en estos momentos está pasando necesidades, las autoridades locales de Montería han sido informadas por los vecinos de la situación de este adulto mayor,  pero no le han dado la suficiente importancia al asunto. Los llamados se han hecho a la policía y otros entes, porque hay días completos en los que el anciano pasa con dolencias y síntomas graves, peor aún sin saciar el hambre y la sed.

Blas Macea Martínez es el vivo ejemplo del temor que infunde en cualquier ser humano llegar a la  vejez, enfermo, abandonado, sin un peso y sin  poder vivir dignamente.

Ahora reflexiona y se cuestiona en qué falló y porqué sus hijos y el  mismo Estado le dan la espalda. Desesperadamente y casi que un grito de auxilio que por obvias razones carece de eco, el anciano pide ayuda, sabe y está consciente que el terreno donde «vive» abandonado con sus dos hijos es propio, por eso se aferra a Dios y a ese único patrimonio para tener una muerte digna..» este pedacito de tierra es mio yo soy capaz hasta de cambiarlo para comer, y vivir mejor mis últimos días»

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