Un Presidente no puede hacer lo que le dé la gana

Un Presidente no puede hacer lo que le dé la gana

Roberth Angulo
Por: Roberth Angulo

‘El Presidente tiene facultad de hacer la pregunta que le dé la gana’ con esta frase lapidaria del presidente más impopular de la historia de Colombia, se sentenció la muerte del plebiscito.

Fueron muchos los factores que incidieron de manera negativa en los colombianos para que dijeran NO a los acuerdos firmados entre el Gobierno y las Farc, por ejemplo: las cartillas de ideología de género de Gina, La tumbada abrupta del procurador Ordóñez, la captura de Arias, en momentos cruciales del plebiscito, etc. Pero definitivamente esta última intervención del presidente, fue decisiva para que nuestros compatriotas dijeran NO a la refrendación de los acuerdos, por eso el es, el principal responsable de la debacle y la incertidumbre en la que estamos sumidos todos los colombianos.

Con su actitud prepotente y arrogante el presidente Juan Manuel Santos, desafío a Dios y a sus siervos no sabiendo que solo el rey de reyes en su soberanía hace lo que quiere con su pueblo y está demostrado como lo reiteraba el caudillo Jorge Eliecer Gaitán que «el pueblo es superior a sus dirigentes».

Es hora que dejemos de pensar como Uribista o Santista, debemos pensar como colombianos y la única solución a este problema es que haya un gran acuerdo nacional, donde en la discusión de la renegociación de los acuerdos no sólo se vincule a los partidos políticos, sino también a los representantes de las iglesias, víctimas, movimientos sindicales etc. Para que se construya un verdadero acuerdo nacional por la reconciliación que garantice una paz estable, duradera y a la que todos le digamos SI.

No estoy de acuerdo que se implementen los acuerdos, bajo la tesis que está consulta plebiscitaria no tiene efectos jurídicos alguno, sino políticos. La decisión del pueblo es soberana y tiene que respetarse, el pueblo dijo NO y eso debe cumplirse, se debe renegociar lo acordado, por qué si al Gobierno se le ocurre la «brillante» idea de imponerlos bajo esos argumentos, nos veremos expuesto muy seguramente a otra guerra peor a la vivida durante estos últimos 50 años.

Para lograr la reconciliación de la patria, se requiere de un gran consenso nacional, La Paz no puede dejar divido a un pueblo que lucha y sueña con ella, por el contrario debe salirse unido y fortalecido de ese proceso.

El plebiscito de 1957, terminó con liberales y conservadores al día siguiente abrazándose, después de matarse unos a otros un día antes, solo tuvo un 4% por el NO, pero esa repartición de poderes no fue la solución y luego surgieron las guerrillas de izquierda como el Eln y el M19, y algunos grupos de campesinos liberales se convirtieron en las Farc.

Necesitamos una gran renegociación que perdure en el tiempo y esperamos que no se repita la historia de la guerra, por lo pronto este plebiscito del 2 de octubre de 2016 nos deja una gran enseñanza, que para lograr La Paz no todo vale y un Presidente no puede hacer lo que le de la gana.

 

2 comentarios sobre «Un Presidente no puede hacer lo que le dé la gana»

  1. Amigo,Robert Angulo. Una salida en falso también fue mandar a Gina Parody,a conquistar votos por el sí,donde tuvo enfrentado todo el país, por las cartillas de género, sólo al presidente Santos se.puede ocurrir eso,en estos momentos la ministra de educación,era la menos indicada para pedir un voto a un colombiano o colombiana

  2. Me parece que su análisis deslinda en lo esquizofrénico, usted ve cosas que nadie más en su sano juicio ve. Creer que en Colombia a razón de impulsar el acuerdo de paz, independiente del resultado del plebiscito, va a exponer al pueblo colombiano a una guerra peor que la que han vivido estos últimos 50 años, es simplemente política del terror barata y burda. Y creer que los colombianos votaron en contra del acuerdo de paz porque Santos es prepotente y arrogante, es creer que los colombianos son ESTÚPIDOS porque no son capaces de diferenciar el Mensaje del Mensajero, es indignante que se atreva a plantearlo, carece de toda validez, no son más que frasecillas sueltas de un lenguaraz. El proceso de Paz en Colombia es un imperativo categórico insoslayable que no necesita de filósofos baratos de esquina.

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