A grandes cambios fue sometida la Copa Libertadores, la cual ahora se disputará entre febrero y noviembre, extendiendo de 27 a 42 semanas las competencias y permitiendo que 10 equipos que no clasifiquen a octavos puedan hacer parte de la Copa Sudamericana del mismo año, todo con el fin de subir el nivel del fútbol en el sur del continente.
Sin embargo, la final seguirá disputándose ida y vuelta, derrumbando la idea de que se jugase a un partido como se hace en Europa con la Champions League y la Europa League, pero según afirmó Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, se seguirá trabajando en el proyecto de una final única.
«S requiere de una planificación de primer nivel para garantizar estándares de excelencia en términos de logística, infraestructura, seguridad, movilidad y organización de eventos», comentó Domínguez.
Y agregó, «desde el punto de vista deportivo, una plaza predefinida tiene el atractivo de ofrecer un campo de juego neutral para los finalistas, conservando un elemento de sorpresa, pues siempre existe la posibilidad de que un equipo local logre llegar a la final».
Alejandro Domínguez ya había anunciado a finales de septiembre que la final de la Copa Libertadores 2017 se jugaría a un solo partido y en campo neutral porque así lo exigía la justicia deportiva, pero ese planteamiento deberá esperar, aún más teniendo en cuenta la economía del continente.