¿Hasta cuándo seremos un David sin honda?

¿Hasta cuándo seremos un David sin honda?

Por: Héctor A. Enríquez López

Twitter: @HectorEnriquezL

Cuenta el relato bíblico que existió un personaje de corta estatura relativamente, tal vez algo débil y posiblemente bastante humilde, el nombre de este muchacho según cita el relato era David, quien debería destronar a un malvado rey, el cual, además de ser perverso con la población era enorme, un gigante y muy, muy fuerte. David no tenía ninguna posibilidad de ganar.

En medio de la batalla el minúsculo hombrecillo estaba escondido, buscaba un arma a su alrededor y consigo llevaba únicamente una honda, vio una piedra que cabía en su herramienta de ataque, la tomó, la ubicó y la lanzó directamente hacia la frente del gigante, golpe con el que lo derribó y lo derrotó.

Nuestro equipo tricolor muy pocas veces ha hecho las veces de “Goliat”, el jueves 31 de agosto tuvimos ese papel, tal vez de villano frente a un pueblo que sufre una situación traumática a causa de las consecuencias políticas, un país futbolísticamente hablando inferior al nuestro, un equipo que contaba únicamente con seis puntos y figuraba en la décima posición de la clasificación al Mundial, era un “David” sin piedra ni honda. Colombia por el contrario fungía como el enorme favorito, con jugadores campeones en sus ligas, con el más prometedor inicio goleador de nuestro máximo artillero histórico en Selección Colombia, con una segunda posición que denotaba una enorme brecha entre los nuestros y el rival del día, era un partido que tocaba ganar.

Ese día los nuestros salieron sin una idea clara, no hubo un planteamiento y tampoco brillaron las individualidades. Venezuela lanzó la piedra con su honda y David (el nuestro) no alcanzó a retener el impacto. Una piedra esférica volaba por el cielo de San Cristóbal con destino al arco colombiano pero para fortuna de nuestro equipo rebeldemente se estrelló en el palo. Venezuela se convertía en “David”, atacó a Colombia quien fungió como “Goliat” y no alcanzó a derribarlo. Duelo empatado.

Cinco días más tarde, el martes cinco de septiembre en Colombia surgió un alborozo radicado en un triunfo histórico 24 años atrás. En el Monumental de Núñez Colombia vapuleaba a Argentina por cinco goles a cero en esa misma fecha. Un marcador ilusionista, un marcador mentiroso, pero una alegría para nosotros, ese día hicimos las veces del “David” de la leyenda y derrotamos al gigante, al igual que sucedió en el ya lejano duelo frente a Uruguay en el mundial de Brasil 2014;  en ambas ocasiones Colombia sembraba una semilla de esperanza en nuestro fútbol, jugaba bien, una muy buena idea táctica y una acertada elección en la nómina. ¡Volvíamos a hacer de “David”!

Esa esperanza se tenía ayer en nuestro país, que frente a uno de los más grandes, frente a un gigante que ya no estaba dormido pudiéramos sacar esa arma y derribarlo, pudiéramos contra todo pronóstico escribir una nueva página en nuestra historia deportiva, inmortalizar nuevamente el cinco de septiembre, pero lamentablemente las ganas fueron más que el fútbol y a pesar de que en algo se mejoró con relación al partido del martes, se notó un equipo lento, pausado, con pocas ideas y con un esquema basado en el centro del campo. Se controló a Neymar, a Paulinho y en parte a William, pero no pudimos derrotarlos a pesar de su condición de único clasificado y de haber asegurado la primera posición en la tabla de la CONMEBOL. ¡Era ayer y nuevamente fallamos!

Del partido hay poco por decir, Colombia jugó con un esquema 4 – 2 – 3 – 1. Los laterales subieron por turnos y de manera acertada, los volantes de recuperación no acompañaron el ataque, fueron cautos. Cuando la “tricolor” atacaba se veían únicamente cinco hombres lanzados en esa función, los tres volantes de armado, el delantero de área y un lateral, el resto del equipo esperaba el contra ataque de rival, de esta manera se iba el primer tiempo pero cuando se pensó que concluiría esta etapa, Brasil fue Brasil y sacó un gol de otro planeta, un verdadero GOLAZO con el que mataba la iniciativa colombiana y enviaba al descanso al equipo local con una derrota temporal.

La segunda etapa transitó con algo más de iniciativa por parte de Colombia, pero el peligro real llegó únicamente en la jugada de gol. Inició la pared Arias, James participó con un exquisito pase de tacón nuevamente para el lateral por la banda derecha, el cual lanzó un centro al área (el único centro acertado en todo el partido) y el “Tigre” volvió a rugir con un cabezazo impecable para decretar el empate; devolución de atenciones a Brasil y se vio otro GOLAZO en el “Metro”.

El resto del partido fue impreciso, no hubo una llegada más con peligro real y finalizó con un equipo Colombiano cansado y luchador, y un Brasil que no quiso acelerar en pos de un nuevo triunfo.

El balance a dos fechas de la conclusión del proceso clasificatorio hacia Rusia es poco alentador a pesar del tercer puesto; no se pudo derrotar a ninguno de los “grandes” del continente. Ante Uruguay un punto de seis (con goleada en contra incluida en Montevideo). Frente a Argentina cero puntos de seis con una nueva goleada. Al enfrentarnos a Chile dos puntos de seis. Cuando nos vimos con Brasil un punto de seis. Creo que con este balance el equipo quedó en deuda.

Lo más posible es que estemos en Rusia 2018, creo firmemente que la clasificación está ahí, la preocupación radica en el pobre rendimiento en cancha del equipo. Si no hay trabajo no se gana y eso se ve poco en Colombia. Empezando su técnico debería vivir en el país, como sucedía antes del mundial, pero está radicado en Buenos Aires, al estar lejos no tiene una perspectiva objetiva de los jugadores del medio local, no hace microciclos como antes del mundial del 2014, no dialoga con los futbolistas y es el último de los técnicos de la región en entregar la convocatoria de cara a la doble fecha FIFA. Extrañamente algunos convocados cuando fueron vendidos no volvieron a ser llamados.

El profe Pékerman tiene un mes para por fin trabajar, para corregir sus errores y para sellar el pase al mundial. Si se quiere sembrar una nueva semilla de esperanza se debe volver a la base de la disciplina y el trabajo, esa que nos llevó a ser quintos en el ya lejano torneo de Brasil, mientras tanto, mientras falten esos valores de constancia y trabajo arduo seguiremos siendo un “David” sin honda ni piedra y todos los rivales se verán como un enorme “Goliat”, tal como sucedió ante el colero Venezuela.

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