Una vez más parece que no se ha superado el tiempo de la colonia. Persiste la lógica de esclavos, criollos y españoles, y la mujer tiene que luchar para no ser un accesorio del hombre y ser reconocida por sus capacidades en la sociedad.
En este sentido, aquellos que ostentan el poder (o desean hacerlo) mantienen un límite de exclusión que los divide a ellos entre el resto de la población. Se ha normalizado que la clase política dominante por su posición económica y de poder menosprecien y usen a sus “matriculados” como peones de un juego de ajedrez, lo cual no es más que la cosificación del ser humano en una perversa acción política, pues, solo se usa al otro para lograr lo que se desea alcanzar.
Esa clase política dominante, en la ciudad de Montería, está representada por una elite política conservadora clasista conformada por la familia García Burgos, Pineda, Barguil y Manzur, quienes tiene la firme pretensión desde el poder político y económico mantener una línea de exclusión entre las personas que por su ínfima posición económica y baja escala social hay que menospreciar y que solo pueden ser vista como instrumento idóneo para lograr el propósito de mantenerse en el poder.
De tal forma que, para lograr ese propósito pretenden revivir la institución post colonial de la “Matricula”, esta vez, aplicada a la política como forma de otorgar “derechos políticos” y esclavizar a sus “matriculados”.
De manera que, la institución económica explotadora de “La Matricula”, existente durante los fines de la esclavitud en Colombia, consistía en que se celebraba un contrato entre las partes, o matrícula, ante los alcaldes. Los amos se comprometían a proporcionar a sus concertados, sirvientes o matriculados, los alimentos, el cuidado durante enfermedades, varias mudas de ropa al año y un pequeño jornal de diez a veinte centavos diarios, a cambio del servicio en la tierra o en la casa, incluso se llegó a extender a servicios sexuales.
Ahora bien, lo expuesto hasta aquí es para señalar que de los audios que circulan profusamente en redes sociales, en las que se escucha a los líderes conservadores (García Burgos, Pineda, Barguil y Manzur), hablar de su prohijada política y candidata a la alcaldía de Montería, NATALIA LOPEZ FUENTES, de ser una persona “criolla y básica”, una abogada que les huele a mierda, se evidencia una acto de “clasismo político”, que vislumbra, consecuencialmente, una clara manifestación de que aún creen que estamos en la época colonial, donde ellos ocupan el primer eslabón de la escala piramidal social como señores feudales (será por ello que hacen parte del partido que se identifica con el color azul como simbología de la sangre que corre por sus venas) que tienen el poder y el derecho de doblegar la voluntad popular; ven a la ciudad de Montería como su “feudo” y sus habitantes como esclavos.
No en vano, Doña Nora García Burgos, sentenció en el proceso electoral pasado: “en Montería mandamos nosotros” como si Montería se tratara de una extensión de la hacienda Berastegui de propiedad de sus antepasados.
Lo actitud asumida por esta elite conservadora no es casual, obedece a una costumbre familiar de los Burgos que viene precisamente desde la época colonial cuando el colonizador Pedro Berastegui, padre de José María, ancestro familiar de ellos, explotaba y esclavizaba a miles de criollos en sus haciendas enclavadas en la región de Ciénaga de Oro.
En fin, Dra. Natalia López, en ese club social político clasista no caben “criollos y básicos” como usted o como la mayoría de monterianas y monterianos. No piense que los audios son adulteraciones o fabricaciones de sus adversarios políticos, lo que allí se dice es el reflejo de lo que piensan y como actúa esa elite conservadora que la “apoya”. No se haga victima ni minimice la retórica esclavista de sus amos. Su silencio ante tanta infamia, la hace cómplice. Dignifique a la mujer monteriana y haga respetar a los monterianos. Demuestre que sí es capaz y dígales que si huele a mierda es porque está cerca de ella.