Los habitantes de una pequeña aldea en África, por física necesidad, tenían que trasladarse a otra aldea vecina para poder adquirir sus alimentos, para hacerlo, debían pasar por una inmensa pradera atiborrada de Leones. Era una peligrosa labor. La mayoría de los aldeanos que hacían la travesía eran devorados por los feroces animales.
Cierto día, uno de los aldeanos propuso una idea para pasar los extensos pastizales sin ser devorados por los leones: debían hacerlo en grupos y haciendo mucho ruido. El experimento estridente les resultó y por muchos años lograron obtener sus alimentos sin ser devorados por los leones.
No obstante, a pesar del éxito de la estrategia, la manada de leones, hambrientos y muriendo ya de hambre, decide nuevamente atacar. Sigilosamente se lanzan contra la multitud y devoran a la mayoría de los labriegos.
Desde entonces y de manera sucesiva, el instinto animal de los leones, se alertaría con la algarabía de los aldeanos, pues entendían que la bulla era un llamado para alimentarse.
Al leer la apocalíptica historia africana la relacioné de forma inmediata con los sucesos acaecidos en la vida política de los últimos dos años en nuestra región, en especial con la elección del actual presidente de la República, Gustavo Petro.
A pesar de que en Córdoba andaban suelto los Leones, bestias politiqueras hambrienta del presupuesto de la administración pública, los aldeanos, es decir, el pueblo, con entusiasmo, algarabía, convirtieron en fiesta el proceso democrático presidencial, derrotando en tres oportunidades (consulta, primera y segunda vuelta presidencial) a toda la manada reagrupada y reacomodada en candidatos contrarios a Petro. En su orden pasaron Barguil, Fico y Rodolfo.
Ahora bien, nuevamente regresa el bullicio de unas elecciones locales, los aldeanos la reciben con alegría y entusiasmo; la manada, hambrienta de poder y de dinero, aprovecha el evento, como en la historia africana, para nuevamente atacar. Lo hacen ninguneando a la población, descalifican a cualquier aldeano que se atreva a traspasar su territorio. Su objetivo es que ningún grupo poblacional y/o social distinto a ellos, campesinos, indígenas, víctimas, negros, jóvenes, minorías sexuales, mujeres, animalistas, ambientalistas, tenga la más remota posibilidad de pasar los pastizales en busca de una nueva oportunidad para gobernar y administrar decentemente, con esperanza, amor, alegría, paz las fértiles tierras cordobesas.
No sobra recordar, que desde hace décadas la terrible manada, hambrienta de poder y de dinero, se afincó en los pastizales del palacio de Naín, devorando por completo cuanto presupuesto público estuviera a su alcance, acabando con grandes recursos del presupuesto de la salud, educación, regalías, ciencia y tecnología; sus acciones eran protegidas y escondidas en la inmensa manigua de la impunidad judicial y el colosal bosque de la ineficacia e ineficiencia de los mal llamados entes de control.
La manada es conocida de vieja data. Hoy se reagrupan en dos grupos –Clan Calle, Clan Zuleta- infestando todo el territorio. Pretenden que el pueblo no tenga ninguna otra oportunidad que la de elegir morir de cáncer o de sida.
En todo caso toca esperar hasta el 29 de octubre día del bullicio de las elecciones y de la fiesta democrática para ver si la manada (voraz, corrupta y criminal), tiene la capacidad de abalanzarse nuevamente sobre el pueblo para devorar sus esperanzas e ideas de cambio.
Por ahora, la manada, dividida, solo atinan a señalarse entre ellas, que una es menos letal y voraz que la otra…Pero, lo más triste de todo, es que hay un grupo de aldeanos “ingenuos” que creen que la manada es mansa e inapetente.