Álvaro Galán Amado es el reconocido peluquero que ejercía su oficio entre la clase alta de los monterianos, inició su actividad empresarial con cuatro sedes en la ciudad y al parecer, de la noche a la mañana quedó en ceros.
De acuerdo con lo conocido por La Lengua Caribe, el empresario se movía en círculos de influencia y habría empezado a pedir favores relacionados con altas sumas dinero, ofreciendo porcentajes en su empresa y utilidades.
El nombre de Álvaro Galán empezó a sonar en la prensa para el 2016 y no precisamente por sus cortes de cabello, sino por un accidente que protagonizó, Galván se estrelló con dos viviendas en el barrio la Castellana, de Montería destruyendo una tubería de gas natural.
Además, personas que han trabajado para él lo habrían denunciado por acoso laboral, incumplimiento en honorarios, contratación a menores de edad y agresión verbal.
Una extrabajadora declaró que Galán, se mantenía en estado de embriaguez al punto que en el mes de diciembre ‘trasquiló’ al representante a la cámara Wadith Manzur, lo cual generó un gran altercado.
La misma testigo afirmó que Galán Amado la despidió estando en embarazo y le ofreció pastillas para abortar, lo cual reza en una denuncia formal que ha radicado ante el Ministerio del Trabajo.
En contra de Álvaro Galán pesan hoy, 31 procesos legales, por la presunta comisión de delitos entre ellos desfalcos, estafas y extorsiones.
Por otra parte, su expareja desde Lorica, le abrió un proceso judicial para poder fijar la cuota alimentaria para su hija menor, la cual no ha cumplido.
De acuerdo con la investigación que se lleva en contra del antes mencionado, sus víctimas se encuentran en gran incertidumbre y han manifestado ser intimidadas por Álvaro Galán, quien habría iniciado una campaña para desprestigiarlos para hacerle el quite a las obligaciones económicas.
Por otra parte, muchos de ellos alertaron a las autoridades porque habría manifestado la intención de fugarse con destino a Costa Rica y Estados Unidos, donde se encuentran sus hijos mayores, desde un desfalco económico que habría hecho a empresarios en Bogotá. Entre sus víctimas se le conoce como el ‘hombre del chanchullo’.