En muchas sociedades del mundo es una costumbre bañarse todos los días, por lo general, las personas lo hacen en las mañanas, antes de salir de sus hogares a cumplir con su trabajo o antes de ir al colegio o a la universidad.
Sin embargo, recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) y algunos expertos revelaron que esta práctica también podría tener consecuencias negativas.
Según lo explicado, uno de los inconvenientes de someterse a una ducha diaria recae sobre la piel, órgano que suele ser muy delicado y sensible y que reacciona de diferentes maneras a los cambios de clima, temperatura, al contacto con sustancias y a la falta de higiene.
Los expertos indicaron que es ella misma la que se encarga de producir sus propios aceites para mantenerse hidratada y para protegerse de bacterias o agentes externos que la puedan afectar. En consecuencia, al bañarse a diario, la piel y el cuero cabelludo pueden perder su equilibrio y quedar expuestos a diferentes patologías.
Pero en realidad, el riesgo de las duchas no está en el contacto con el agua, sino con los productos de aseo que se emplean en esta rutina, pues la composición química de los diferentes jabones y champús puede alterar el pH natural de la piel, provocando irritaciones y enrojecimientos, y haciendo al organismo más susceptible de presentar alergias.
Estos productos llevarían a un efecto contrario, pues en lugar de que la piel pueda proteger al cuerpo, emplearlos de forma constante podría dejarla expuesta a sufrir enfermedades. Sin embargo, ese estudio no recomienda dejar de bañarse, pero sí disminuir la frecuencia: una media de cuatro veces por semana, siempre y cuando se adapte a los hábitos de higiene y al tipo de piel.
Fuente consultada Semana.