La mujer cordobesa es valiente, resiliente, echada para adelante. Es capaz de transformar su mundo y el de los suyos en un abrir y cerrar de ojos. La historia de la mayoría de las cordobesas es similar a la de Carolina Zapata Ruiz, una joven víctima del conflicto armado que hoy representa el sentir de ese pueblo, que en medio de las dificultades lucha por sacar adelante a su familia.
Saray Ruiz y Óscar Zapata, sus padres, fueron su ejemplo. Cuando Carolina habla de ellos sus recuerdos se trasladan a la vereda El Pital, del municipio de Valencia, en el sur de Córdoba, donde vivió gran parte de su infancia.
“Nací en una familia de campesinos dedicados a labrar la tierra y extraer de sus entrañas lo que la naturaleza nos brinda para el sustento diario. Al igual que muchos cordobeses, desde muy temprano me tocó enfrentarme a los embates de la violencia y la orfandad. Fui secuestrada cuando apenas tenía tres años. Más tarde, la violencia volvió a tocar la puerta de nuestro hogar, mi padre fue asesinado en Tierralta, dejando luto y desesperanza familiar”, indicó Zapata Ruiz.
Este triste episodio de su vida fue transformado en esperanza por su madre, quien, al lado de sus dos hijos, asumió las riendas del hogar. Gracias a ese amor infinito logró que fueran profesionales y siguieran cumpliendo sus sueños.
“Esas experiencias me han permitido conocer el valor de la mujer, su determinación, lo que es capaz de lograr cuando pone el corazón, las ganas y la voluntad. Me han enseñado que las mujeres somos las mejores constructoras de paz, somos gestoras de vida y portadoras de esperanza”, agregó.
Hoy es feliz al lado de su esposo Boris Fernández y su amada hija Helena, a quien le enseña los principios y valores recibidos en su hogar para multiplicar las enseñanzas de su madre.
Carolina hace parte de las cerca de 300 mil víctimas que hay en el departamento, y aspira a la Asamblea por el Partido Liberal (L 63) para ser la voz, honrar a esta población y contribuir a la paz de la región.