Cada vez más, los adultos jóvenes –menores de 50 años– están propensos a sufrir un ataque cardíaco o infarto, derivado del deterioro de los hábitos de vida como la mala alimentación y la falta de actividad física, en comparación con las décadas anteriores.
Según datos del Dane, en 2021 se observó un incremento del 14,1 % en el número de defunciones por enfermedad isquémica cardiaca (EIC). Dicho incremento es evidente en todos los grupos de edad quinquenal respecto del año 2020.
Sin embargo, fueron los adolescentes entre 15 y 19 años quienes registraron el incremento más alto entre todos los grupos de edad con un 73,7 % respecto de las ocurridas en 2020, le siguen adultos de 25 a 29 años con un incremento del 41,1 %, adultos de 45 a 49 años con incremento del 22,7 % y adultos de 30 a 34 años con un aumento del 20,7 %.