¡La Fuerza del Cambio!

¡La Fuerza del Cambio!

Por: Juan David Díaz

Hasta hace un año ante la desesperanza producto del Arrodillamiento de la mayoría de los partidos alternativos a los polítiqueros tradicionales a excepción de unos pocos, habia pensado en marginarme de la actividad política, la cual he desarrollado en busca de la defensa de los derechos del pueblo y generar bienestar a las comunidades.

Ver a jóvenes con los que defendí a la universidad de Sucre, ahora después de tanto defender esa «Trinchera» del saber, arrodillados a los miembros de la clase polítiquera tradicional, me empujó más hacia el abismo de la desilusión, me sentía peleando solo, como un lobo solitario, al cual cazadores furtivos, le extinguieron su manada.

La vida ya me había arrebatado a mi compañero de luchas, mi padre Eudaldo ‘Tito’ Díaz Salgado el Exalcalde de El Roble Sucre, un valiente guerrero que defendía a Sucre, como un león. De el aprendí el amor, el aprecio por el pueblo, la defensa de los derechos de la ciudadanía. A el me lo arrebataron los Parapoliticos de Sucre ¡Murió en su Ley! su valentía lo inmortalizó, porque solo los valientes, insisten a sabiendas, que la defensa de su causa, les costará la vida; y el conocía perfectamente las consecuencias de su proeza, pero aún así se inmolo en el altar de la democracia, para dejar su mensaje y ejemplo de valor a este país.

Cuando creí me quedaba solo, con un puñado de hombres y mujeres valientes, defendiendo una posición muy dificil de defender y a veces no saber que se defiende, porque se ha vuelto constumbre ver a la víctima votar por su verdugo, algo que golpea el alma y no es fácil de comprender; desde Santa Marta dónde murió el hombre más «Grande»de Latinoamérica, me refiero al libertador Simón Bolívar, comandante del general Antonio José de Sucre, en honor al cual mi departamento, lleva su apellido, llegaron refuerzos al valor y a la esperanza, en forma de acciones de transformación y de cambio, se trata del movimiento Fuerza Ciudadana quien es liderado por el actual Gobernador del Magdalena Carlos Caicedo.

Fui contactado por Hugo Paternina uno de sus directivos, quien al saber por terceros y medios de comunicación, mi lucha contra las Mafias politiqueras, me invitó a hacer parte de ese movimiento, basto ir al Magdalena y constatar con mis propios ojos la transformación de Santa Marta y ahora del Magdalena gobernada por el fundador de ese movimiento, para saber que este era el camino a seguir, dónde las banderas de mi padre podían «Ondearse» al lado de la Bandera Naranja que identifica a ese partido, porque lo que hoy realiza el gobernador con el Magdalena era lo que quería mi padre para Sucre.

Carlos Caicedo sufrió también la persecución que padeció mi padre, fue encarcelado injustamente y lo han intentado asesinar en varias ocasiones, este hombre derrotó en las urnas a las Mafias politiqueras, gracias al respaldo popular, ganado a pulso desde que en el año 96 como rector de la Universidad del Magdalena, la rescató de la peor crisis financiera y económica de su historia, por lo que el pueblo Samario lo eligió su alcalde y los Magdalenenses al ver la transformación positiva de Santa Marta, lo eligieron su gobernador, hoy las brisas de ese positivo Cambio llegan a todo el pais, llenandonos de esperanza y deseos de emular dicha gesta, en cada uno de nuestros territorios.

Hoy se puede decir que el Magdalena rompió las cadenas que le imponían los clanes mafiosos y polítiqueros de ese departamento, yo queriendo lo mismo para Sucre, hoy defiendo desde mi departamento está importante posición, al lado de valientes y altruistas mujeres y hombres de todas las edades, sedientos de progreso y dispuestos a conseguirlo; cargando sobre mis hombros ya no una, si no dos banderas hermanas, las de mi padre y las de Fuerza Ciudadana, que más temprano que tarde, se ondearan en la sede de la Gobernación de Sucre, al lado de un monumento al Campesino, al maestro y a nuestros antepasados indigenas, como símbolos del triunfo, del pueblo Sucreño sobre las Mafias que tanto daño nos han causado.

Amén.