Enciende tu vida, apaga la pólvora

Enciende tu vida, apaga la pólvora

Departir en familia, con amigos; repartir besos y abrazos, desear a grito en pecho feliz Navidad y próspero año nuevo,  bailar hasta el amanecer, entregar y recibir regalos, romper la dieta y comer hasta la saciedad; desbordar de dicha al ver a nuestros hijos jugar, reír con ellos; tratar infructuosamente que no usen el pesebre como pista de carritos o pongan un tiranosaurio de plástico como el cuarto miembro de los reyes magos,  son momentos que atesoramos para siempre en nuestros corazones, y de hecho, deberían ser solo este tipo de recuerdos, los que construyamos durante esta época.

Entonces no logro entender por qué hay quienes sin necesidad alguna, parecen invitar la desgracia a sus hogares, apostando su seguridad y peor aún, la de aquellos a quienes aman, a cambio de un absurdo estallido de júbilo artificial que en menos de un segundo y ante el más mínimo descuido, puede destruir sus vidas o la de quienes los rodean, para siempre.

Ignoro en qué momento de la historia, el uso de la pólvora con fines recreativos se convirtió en tradición navideña, lo que sí tengo claro es que tan solo en los últimos 4 años, cerca de 100 personas en el departamento de Córdoba, han sufrido quemaduras a consecuencia de la inadecuada e irresponsable manipulación de pirotecnia, bien fuese por mano propia o de terceros.

Aunque toda víctima representa una tragedia, lo que resulta aún más alarmante, es que casi la mitad de esa cifra, es decir, unos 45 casos, se encuentra representada en menores de edad, en niños que por acción u omisión de uno o varios adultos, muchas veces los mismos padres, han sufrido quemaduras de gravedad.

Recordemos que nuestros hijos siempre verán en nosotros un modelo a seguir, un ejemplo de vida, que nos pone ante una enorme responsabilidad, por lo que realizar frente a ellos actos temerarios como la manipulación de pólvora, puede llegar a generar consecuencias irreparables.

Aunque el riesgo de sufrir lesiones es uno de los resultados más visibles, también hay un sinnúmero de víctimas silenciosas pero muy reales, para quienes el estar expuestas al ruido de la pirotecnia, puede resultar devastador. Se trata de los niños que presentan trastorno del espectro autista, que según los expertos, pueden llegar a percibir los estallidos como si se encontrasen en medio de un bombardeo.

Por solo citar algunas de sus reacciones, se han documentado episodios de ansiedad, fobia, pánico, desorientación, estrés post traumático, depresión, pérdida de apetito y en casos extremos, paros cardíacos.

La pólvora se convierte además en una amenaza para el medioambiente, ya que en su composición se incluyen muchas sustancias contaminantes, sin contar con los gases tóxicos que se generan tras su explosión y más grave aún, los efectos adversos que el ruido tiene tanto en animales silvestres, como domésticos.

Aves que abandonan sus nidos, perros que sufren convulsiones, o escapan de su entorno al no considerarlo seguro, para luego no ser capaces de encontrar su camino a casa, son apenas algunas de las múltiples y negativas consecuencias de la pirotecnia.

Antes de encender cualquier tipo de juego artificial, tratemos de recordar que el verdadero sentido de la Navidad es entregar amor, felicidad, compartir y revivir la esperanza de que todo puede ser mejor. Por eso recuerda que siempre será mejor encender tu vida y apagar la pólvora.