Wendy ya reposa en su última morada, pero su asesino sigue suelto

Wendy ya reposa en su última morada, pero su asesino sigue suelto

Wendy Ramírez Almario ya reposa en su última morada. Cuando se ocultaba el sol, este miércoles en Cartagena, fue sepultada en medio de gritos en los que exigían que se hiciera justicia.

Juan José Ramírez, padre de la joven violada, torturada y asesinada en un paraje solitario de Cereté, llevó su cadáver hasta su ciudad natal. Luego de pedir ayuda para pagar los costos de la funeraria, consiguió los recursos y salió en el carro fúnebre hasta ese destino.

Los restos mortales eran esperados por sus familiares y amigos en la bomba del Amparo, a la entrada de la ciudad. Eran aproximadamente las cinco de la tarde cuando el vehículo se estacionó en el lugar para que familiares y amigos descargaran su dolor.

En medio del llanto y el clamor de justicia, sacaron el féretro de Wendy y lo llevaron en hombros hasta el cementerio distrital de Ternera. Eran casi las siete de la noche cuando quedó en su destino final.

Sus acompañantes tenían pancartas y suéteres blancos. «Justicia, justicia», gritaban una y otra vez para pedir a las autoridades que ese hecho no quede impune. «Es una familia muy pobre, pero esperamos que eso no se excusa de la justicia para esclarecer el hecho», dijo uno de los familiares de la menor.

El marido no estuvo

Para los familiares y para los conocidos de Wendy fue una verdadera sorpresa que el marido de esta, Deifer Guerra, no se hubiera aparecido por la sede de Medicina Legal y mucho menos que hubiera asistido al sepelio.

Hay quienes dicen haberlo visto, en compañía de su madre, recogiendo plata en distintos sitios de Cereté con el propósito de trasladar el féretro hasta Cartagena, pero el padre de Wendy indicó que no le habían entregado un solo peso y que no lo acompañó en los trámites de reclamación.

Una tía de la menor dijo que aún estaban debiendo 200 mil pesos a la funeraria y que están haciendo una colecta para recoger ese monto de aquí hasta el sábado, pues son una familia de escasos recursos económicos y en la Alcaldía de Cereté la ayuda para el traslado fue parcial.

Por su parte, María Teresa Almario, la madre de Wendy, en medio de la tristeza que le embarga, solo pide a las autoridades que se haga justicia y que la muerte de su hija no quede impune.

Versiones contradictorias

Los padres de Wendy Ramírez Almario aún no tienen certeza sobre cómo ocurrieron los hechos el pasado 30 de diciembre cuando esta desapareció de la casa ubicada en el barrio Villa Celina de Cereté, donde convivía con Deifer Guerra, un joven de 18 años y con la madre de este.

Primero les dijeron que un hombre en una moto había ido a recogerla y que ella había sacado la ropa, luego que ellos estaban tomando y que Wendy había ido a comprar dos cervezas y finalmente que ella estaba en la zona del Bronx en Cereté, un reconocido sitio de expendio de alcohol y drogas.

Para su familia es sospechoso que Guerra le hubiera dicho a Wendy que si la dejaba la iba a matar, pero él señala que lo hizo jugando, pero que sería incapaz de hacerlo.

Lo cierto es que esta historia aún no está del todo claro, especialmente porque el compañero sentimental de Wendy y padre del hijo que esperaban, presuntamente consumía droga al igual que su madre. Wendy también había caído en ese mundo desde que estaba muy pequeña y pese a que sus padres habían hecho un esfuerzo por rehabilitarla, eso nunca se logró.

Ya Wendy descansa en su última morada, mientras que las autoridades inician un proceso con el fin de capturar a los responsables del crimen.

 

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