Por Gipsy Guerra Ayazo.
Pone la boquilla de su dorado instrumento entre sus labios, suelta el aire, cierra sus ojos y lentamente empiezan a brotar sonidos de nuestro folclor cordobés.
Julio Roberto Castillo Gómez disfruta cuando el público se emociona al escuchar los porros y fandangos interpretados por un cuarteto de saxofones.
Nació en Chinú, Córdoba, pero ha vivido durante 44 años en Montería, tiempo en el cual se ha convertido en uno de los preservadores del folclor cordobés, una misión que inició cuando apenas tenía 14 años y daba sus primeros pasos musicales en el colegio el Inem, bajo la tutoría del saxofonista Tobías Garcés.
Las melodías corren por sus venas. Sus padres fueron músicos empíricos y le lograron transmitir el amor por las notas, ese mismo que ha ido creciendo con el paso de los años.
Sus ojos cafés rasgados combinan con la alegría de su sonrisa. Su espontaneidad y su energía contagian a todo el que lo rodea. Cuando habla se siente un sutil silbido que no deja duda alguna de su condición costeña.
La música, su todo
Realizó sus estudios en la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia como Licenciado en Pedagogía Musical, con énfasis en Saxofón. Entrecierra los ojos evocando los recuerdos, se acomoda en su asiento cruzando sus brazos y coloca su mano izquierda en su mentón. Esa postura pensativa es la que usa siempre que está recordando algo o va a decir algo reflexivo.
Muchos pensarían que es un hombre malhumorado, tal vez por sus cejas un poco pobladas, pero cuando habla, automáticamente cambia ese concepto. Es un joven de 22 años en el cuerpo de un hombre de 47, obviamente sin perder su seriedad y respeto.
Tiene un alma cien por ciento musical. Adora la música autóctona del departamento de Córdoba, es un hombre que le ha aportado mucho a la cultura, innovando en la forma de hacer sonar los porros y fandangos típicos de nuestra región.
El jazz, es uno de los géneros por el cual parece inclinarse, pero no, él toma unas tonalidades de este, creando algo diferente e innovador que es transformar la forma tradicional de tocar el porro, el cual es su mayor interés.
Sus múltiples vivencias han sido la clave para sus composiciones. No cree mucho en la musa de la inspiración, sino en la efectividad de las experiencias y el paso por la vida.
Lo más sencillo es su todo
Las cosas más sencillas son las que forman su todo. Pasar mucho tiempo con su esposa y sus tres hijos, llegar temprano a casa, acostarse en su hamaca y ver el paisaje son cosas de gran valor. No es una persona de malos hábitos, no le gusta fumar, ni beber y se siente muy orgulloso de eso.
Es un músico de gran trayectoria nacional e internacional. Con su cuarteto de saxofones, Sinú Sax Quartet, del cual es director, arreglista y saxofón barítono, ha trascendido las fronteras junto a Gover German, saxofón tenor; Jerson Rivera Zumaqué y Juan Gabriel Naranjo, ambos saxofón alto y clarinete.
Con este proyecto musical busca preservar y difundir el folclor de la costa, siendo esta agrupación la única de esta índole en todo el Caribe colombiano, combinando lo clásico con lo popular sin que se pierda la magia y la esencia que los caracteriza.
Ha recibido múltiples reconocimientos y premios. Se hizo acreedor a dos “Congos de Oro”, en la categoría Rescate de lo Nuestro en el Festival de Orquestas en los Carnavales de Barranquilla con Franja, una orquesta monteriana.
Para Julio estos reconocimientos, como uno de los músicos que más ha influido en la Costa, pasan a un segundo plano. Para él lo importante es dar a conocer nuestra identidad cultural y que se aprenda a valorar. Lo hace porque le nace del corazón, de su corazón musical, que en cada latido bombea sangre llena de motivación para provocar un cambio en la sociedad con respecto a la cultura, esa es su terquedad, como dice él.
“La ciudad no hay que hacerla crecer solo en cemento, en carreteras, en edificios. Hay que hacerla crecer en identidad, en cultura, en academia, en intelectualidad, porque nuestra tierra se lo merece”, dice con gran orgullo mientras en sus ojos está ese brillo de ilusión.
Su gran satisfacción
Una de las grandes satisfacciones de su vida es que el gran Paquito D’Rivera, uno de los representantes del latín jazz a nivel mundial, cubano, quien salió exiliado a Estados Unidos, se interesó en lo que hace y en una ocasión tocó una de sus publicaciones.
Si algo tiene claro en su vida es hacer todo aquello de lo que se está plenamente convenido, vivir por lo que quieres y crees, esa es la fórmula que genera sonrisas de satisfacción cuando se despide de su público en medio de sonoros aplausos.
Al mirar hacia atrás piensa si efectivamente logró mover esas fibras en cada uno de los corazones que escucharon sus piezas, para así hacerlos valorar la cultura y para dejar huellas indelebles en la música del Caribe.
Te Amooooooooo Gippp