“Si muriera hoy, moriría feliz” fueron las palabras del técnico de Chapecoense, Caio Júnior, justamente el día 23 de noviembre cuando el equipo brasilero se clasificó a la final de la Copa Sudamericana 2016, lo que parecía ser una profecía de lo que iba a suceder en la media noche del lunes 28 de noviembre.
Caio Júnior tenía apenas 51 años, pero toda una vida de recorrido en el fútbol. Había dirigido a los equipos más tradicionales de su país, Paraná, Bahia, Goiás, Flamengo, Botafogo, Gremio, Vitória y Criciúma, además de algunos clubes internacionales como Vissel Kobe de Japón, Al-Gharafa de Qatar, y Al Jazira de los Emiratos Árabes.
Los sueños suyos, del equipo y de miles de hinchas quedaron enterrados entre el municipio de la Ceja y la Unión junto con la aeronave de la empresa Lamia que se precipitó al suelo.
Las palabras que siempre retumbarán en la mente de todos los aficionados del deporte serán en las que el entrenador hizo un análisis de lo que sería la final: “Nacional es favorito porque es el actual campeón de la Libertadores y va a disputar el Mundial de Clubes después de jugar contra nosotros. En el torneo brasileño podemos ser como máximo octavos, por eso ahora estamos concentrados en el título de la Sudamericana”.
Júnior había llegado al “Chape” en junio de este año y se convirtió en héroe al clasificar a un modesto equipo a la final de la sudamericana luego de vencer en la semifinal al San Lorenzo de Argentina.