Por Argenis Álvarez
Las 25 mil llantas que la Corporación de los Valles del Sinú y San Jorge, CVS, ubicó en la ribera del Sinú, en el sitio Boca de la Ceiba, en jurisdicción del corregimiento Los Garzones, para controlar las inundaciones, terminaron convertidas en un foco generador de enfermedades, pues los mosquitos están en su hábitat perfecto para proliferarse.
La obra fue ejecutada por la CVS en el año 2010 mediante el contrato de obra número 023 para controlar las inundaciones y erosiones en el Sinú y desde ese momento empezó a generar polémica, pero por los impactos ambientales. Hoy la polémica no termina porque la población está afectada con dengue, chikunguña y brotes en la piel.
Nunca hubo un estudio de impacto ambiental para la ejecución de la misma. Así lo aseguró la secretaria general de la CVS, Karina Carrascal Socarras, en la respuesta de un derecho de petición en el que se solicitaba la correspondiente licencia.
La comunidad conoce que el polémico contrato está en investigación ya que la CVS inició un proceso sancionatorio en contra del contratista que fue el Consorcio Eccoh, cuyo representante legal es Consuelo Ojeda Visbal y la interventoría a cargo del Consorcio Braycon, cuyo representante legal es Miguel Bettin Jaraba. Las multas en su momento fueron de 300 millones y 34 millones de pesos respectivamente.
El proceso del Consorcio Eccoh 2010 actualmente está a cargo de CARSUCRE y el proceso contra el Consorcio Braycon está pendiente a resolver los recursos de reposición presentados contra decisión de primera instancia.
Múltiples enfermedades
Pese a la polémica por la estabilidad de la obra, porque las llantas se han ido al río, a los habitantes del sector les preocupa que las que quedan se han convertido en un criadero de mosquitos.
Francisco Villalba, habitante de la zona, dice que desde que hicieron esa obra las cosas no han sido iguales, ya que al bajar el río el agua queda represada en las llantas que se encuentran en la parte de arriba. “Esa agua que queda retenida lo que hace es generar malos olores y además allí se crían mosquitos. En las noches es donde hay, en mi casa nadie duerme sin toldo», señaló.
Por su parte, Deisy Pacheco, de 17 años, indicó que ha tenido que lidiar con la enfermedad del dengue hemorrágico y con innumerables brotes en la piel por la picadura de los zancudos. Debido a esa situación su familia ha tenido que incorporar en su lista de compras mensuales un repelente.
Es difícil determinar cuántas personas de esta población han sufrido de estas enfermedades trasmitidas por el mosquito, ya que en el puesto de salud del sector solo se realizan controles y la gran mayoría de tiempo solo se encuentra la enfermera Tania Villalba, quien tiene un horario de atención de ocho a cuatro de la tarde de lunes a viernes. El médico solo atiende los miércoles y por esta razón las personas cuando tienen un problema de salud se dirigen a Montería.
En lo ambiental
Según Jonatán Méndez Nobles, director de la facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad Pontificia Bolivariana, este proyecto no necesitaba licencia ambiental de acuerdo al Artículo 21 del Decreto 2820 del 2010, en el cual se reglamentan las licencias ambientales en el país y establece cuales son las autoridades ambientales que deben solicitar licenciamiento ambiental.
“Lo que pudo pasar es que hubo diferencias entre los planos de la estructura y el proceso constructivo, porque como tal el proyecto es bueno, se le hizo un estudio de diseño y se determinó que era viable técnicamente utilizar llantas para ese tipo de obra, con el tema del agua represada en las llantas tal vez fue algo que no tuvieron en cuenta al momento de realizar los diseños”, dice Méndez.
Lo cierto es que la comunidad aún se está afectando por las consecuencias ambientales que ha generado este proyecto de control de erosión y siguen a la espera de que lo resuelvan las autoridades competentes para poder descansar de las noches plagadas de mosquitos y las enfermedades que estos conllevan.