Los alcaldes Alejandro Éder (Cali) y Federico Gutiérrez (Medellín) culminaron una agenda de alto nivel en Washington D.C., donde se reunieron con congresistas demócratas y republicanos, incluyendo a Gregory Meeks, Bernie Moreno, Rubén Gallego y María Elvira Salazar. El objetivo: fortalecer las relaciones subnacionales en materia de seguridad, comercio e inversión social. Ambos mandatarios defendieron su presencia como una gestión legítima en favor de sus ciudades, pese a las críticas del presidente Gustavo Petro, quien cuestionó la legalidad del viaje por no contar con autorización del Gobierno Nacional.
Durante los encuentros, los alcaldes abordaron temas sensibles como la posible descertificación de Colombia en la lucha contra el narcotráfico, lo que podría afectar el apoyo militar, la cooperación en seguridad y las inversiones extranjeras. Gutiérrez advirtió que “una descertificación tendría impactos muy negativos para la fuerza pública y la economía local”. Por su parte, Éder subrayó que “la relación bilateral de Cali con Estados Unidos es clave para enfrentar la violencia, generar empleo y dinamizar la economía”.
Uno de los momentos más relevantes fue la reunión con el subsecretario de Estado, Christopher Landau, donde se discutieron estrategias para combatir el terrorismo urbano y atraer inversión directa a las regiones. Cali, por ejemplo, busca apoyo para enfrentar los atentados atribuidos al frente Jaime Martínez de las disidencias de las FARC, mientras Medellín prioriza la lucha contra la explotación s3xual infantil y el microtráfico, en coordinación con agencias como el FBI y HSI.
La visita, aunque polémica, dejó claro que los gobiernos locales están dispuestos a asumir un rol activo en la diplomacia regional. En medio de la confrontación política con el Ejecutivo, los alcaldes apostaron por la internacionalización como vía para blindar sus ciudades frente a la inseguridad y el abandono institucional. “Lo que le sirve a Cali, le sirve a Colombia”, afirmó Éder. La frase resume una postura que incomoda al gobierno central, pero que busca resultados concretos más allá del discurso.