En una decisión que reconfigura el tablero geopolítico del Caribe, el gobierno de Trinidad y Tobago anunció el 24 de agosto que permitirá el acceso de fuerzas militares estadounidenses a su territorio en caso de que Venezuela ataque a Guyana. La medida fue respaldada por la primera ministra Kamla Persad-Bissessar, quien justificó la decisión como una respuesta estratégica ante el aumento de violencia regional, atribuido a la expansión de los “carteles terroristas de la droga” y la incapacidad de los pequeños Estados insulares para enfrentarlos por sí solos.
El anuncio se da en medio de una escalada diplomática entre Caracas y Georgetown por la disputa territorial del Esequibo, una región rica en recursos naturales. Mientras Venezuela desplegó 4.5 millones de milicianos en todo el país, Estados Unidos elevó a 50 millones de dólares la recompensa por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro y confirmó que está listo para enviar buques y soldados a aguas cercanas. Guyana, por su parte, pidió reforzar la cooperación internacional contra el narcoterrorismo, señalando directamente al “Cártel de los Soles” como amenaza regional.
La decisión de Trinidad y Tobago tiene implicaciones profundas: por un lado, fortalece la alianza con Washington y envía un mensaje claro de respaldo a Guyana; por otro, podría tensar aún más las relaciones con Venezuela, pese a que Persad-Bissessar aseguró que su país mantiene “buenas relaciones con el pueblo venezolano”. Expertos advierten que este giro en la arquitectura de defensa del Caribe podría aumentar la militarización en la región y polarizar aún más los bloques políticos.
Aunque el objetivo declarado es preservar la paz y combatir el crimen organizado, el movimiento también revela la fragilidad institucional de los Estados insulares frente a redes criminales transnacionales. En palabras de la mandataria trinitense, “nada impedirá que Trinidad y Tobago acoja con agrado la ayuda estadounidense para combatir a los carteles terroristas de la droga”. La región, entre tensiones fronterizas y amenazas invisibles, se enfrenta a una nueva etapa de alianzas, vigilancia y posibles confrontaciones.