Desde la partida del maestro vallenato Omar Geles en mayo de 2024, su esposa Maren García ha enfrentado uno de los procesos más duros de su vida. Aún duerme con las luces encendidas, como si el silencio le pesara más que la ausencia. La soledad le golpea, pero no la quiebra. Cada mañana, al llevar a sus hijos al colegio, pasa por el cementerio donde descansa el amor de su vida. Lo saluda, le habla, le pide fuerzas. Porque aunque el dolor no se ha ido, ella sigue de pie, con la mirada firme y el corazón lleno de recuerdos.
Maren ha demostrado una valentía que conmueve. En entrevistas recientes, ha confesado que sus hijos Isabella, Juan José y José Mario son su motor y su sostén. Ellos siguen los pasos musicales de su padre, y ella los acompaña con devoción, como guardiana de un legado que no se apaga. “Quiero lograr lo que siempre planeamos juntos”, dijo en una conversación íntima, dejando claro que su duelo no es una pausa, sino una promesa.
La vida junto a Omar Geles tuvo momentos difíciles, incluso etapas que ella misma calificó como “tóxicas”. Pero el amor siempre ganó. Maren lo recuerda como su gran amor, su compañero, su inspiración. Y aunque no se siente lista para rehacer su vida sentimental, ha dejado todo en manos de Dios. “Él siempre va a ser el amor de mi vida”, afirmó con la serenidad de quien ha amado profundamente y sin reservas.
Hoy, Maren García no solo es la viuda de un ícono del vallenato. Es una mujer que ha transformado el dolor en coraje, que honra cada día la memoria de su esposo mientras cría a sus hijos con amor y determinación. Su historia es testimonio de que el duelo puede ser también un acto de resistencia, y que el amor verdadero no muere: se convierte en fuerza.