Tras su visita oficial a Leticia, Amazonas, el presidente Gustavo Petro rechazó la decisión unilateral del gobierno peruano de adjudicarse la soberanía de la isla Santa Rosa, ubicada en la frontera entre Colombia, Perú y Brasil. El mandatario colombiano exigió que el diferendo se resuelva en la Comisión Binacional creada para tal fin, y advirtió que la medida de Lima pone en riesgo el acceso directo de Colombia al río Amazonas, una vía estratégica para el comercio, la conectividad y la presencia estatal en la región.
La isla Santa Rosa, habitada y con presencia militar peruana, ha sido históricamente un punto de encuentro binacional. Sin embargo, Petro descartó visitar el territorio para evitar una escalada diplomática: “Sería un acto de guerra, y todavía quiero evitar la guerra”, sentenció. Su declaración, emitida desde territorio colombiano, encendió las alarmas sobre el futuro de la frontera amazónica y la estabilidad regional.
Si la tensión escala sin mediación internacional, Colombia podría enfrentar un escenario de aislamiento fluvial en el Amazonas, afectando la soberanía territorial, el comercio interfronterizo y la cooperación ambiental. Una eventual confrontación con Perú, además de ser inédita en la historia reciente, pondría en riesgo alianzas estratégicas en seguridad, lucha contra el narcotráfico y protección de comunidades indígenas binacionales.
La disputa por Santa Rosa no solo plantea interrogantes sobre los límites geográficos, sino sobre el modelo de integración amazónica que ambos países promueven. Petro insiste en evitar la guerra, pero exige respeto por los mecanismos diplomáticos. El desenlace dependerá de la voluntad política de Lima y Bogotá para preservar la paz en una de las regiones más biodiversas y vulnerables del continente.