En Francia, Antoine Cheval decidió que ya había tenido suficiente de corazones rotos. Después de vivir 17 relaciones que no llegaron a ningún lado, este hombre optó por una alternativa poco común: casarse consigo mismo. La ceremonia, que él mismo organizó, no fue un acto de soledad, sino una celebración de amor propio y autovaloración.
La práctica se conoce como sologamia y, aunque no tiene validez legal, cada vez gana más curiosos en distintas partes del mundo. Quienes la realizan aseguran que es una manera simbólica de comprometerse con uno mismo, priorizar el bienestar personal y dejar de depender emocionalmente de una pareja.
Antoine contó que, tras años buscando la aprobación de otros, decidió darse a sí mismo el “sí” más importante de su vida. Para Antoine, no fue una excentricidad, sino una forma de cerrar un ciclo y comenzar otro, esta vez poniendo en primer lugar su propia felicidad.