En el municipio de Palestina, Huila, un patrullero de la Policía Nacional ha conquistado la atención de las redes sociales por un gesto que trasciende su deber institucional. Dentro de sus funciones como servidor público, el uniformado ha integrado el cuidado de un perrito callejero a su rutina diaria, brindándole baños, alimento y compañía. El can, que se ha hecho cercano a la estación de policía, ha encontrado en él no solo protección, sino afecto genuino.
Este vínculo, construido con dedicación y empatía, refleja una faceta humana y comunitaria de la fuerza pública poco visibilizada. El perrito, tranquilo y confiado, responde a los cuidados con gestos de afecto y fidelidad, convirtiéndose en un símbolo local de ternura y respeto por los animales.