Guillermo Arturo Prieto La Rotta, más conocido como Pirry, fue durante más de una década uno de los periodistas más influyentes de la televisión colombiana. Con su programa “El mundo según Pirry”, logró audiencias millonarias y se convirtió en referente de periodismo investigativo y documental. Hoy, desde el terreno digital, confiesa que la transición ha sido dura: “Compito con gente de 20 años que solo busca viralizar escándalos. Da tristeza”, expresó recientemente en entrevista.
A pesar de los retos, Pirry se ha mantenido fiel a su estilo narrativo, apostando por contenidos que invitan a la reflexión. Desde 2021 ha producido decenas de piezas sobre naturaleza, ciencia y salud mental, como su documental sobre orcas en Noruega, que alcanzó casi dos millones de vistas sin recurrir a fórmulas virales. “No he traicionado mis principios”, afirma, aunque reconoce que monetizar y posicionar este tipo de contenidos en redes como Instagram y TikTok es cada vez más difícil.
Recientemente, el periodista reveló que se internó voluntariamente en una clínica de salud mental en Antioquia para desconectarse del estrés digital. “No tuve ninguna crisis, pero sentía que las redes sociales me estaban causando demasiada ansiedad”, explicó en sus redes. Durante su estadía, se sometió a terapias, yoga y meditación, y aprovechó para enviar un mensaje claro: “Los creadores de contenido no somos terapeutas. Si necesita ayuda, consulte un profesional”.
Pirry, que alguna vez lideró el horario prime en televisión nacional, hoy lucha por mantener su nicho en un ecosistema saturado de entretenimiento fugaz. Su testimonio no solo desnuda la fragilidad emocional que enfrentan los comunicadores en la era digital, sino que también reivindica el valor de contar historias que hagan pensar. “Mi hijo es este pequeño proyecto de comunicación”, dice, aferrado a la idea de que aún hay espacio para la profundidad en medio del ruido.