Con la frase “Un sueño cumplido”, el acordeonero Iván Zuleta celebró con orgullo la adquisición de su nueva Chevrolet último modelo, valorada en más de 80,000 dólares. La compra llegó justo después de coronarse como rey vallenato, consolidando no solo su trayectoria musical sino también su vínculo con las raíces populares del Caribe. El músico, acostumbrado a recorrer pueblos entre palmas y versos, ahora lo hará sobre ruedas de lujo, en un gesto que combina éxito y propósito social.
Pero no se trata solo de ostentación. Zuleta ha prometido convertir su camioneta en símbolo de esperanza, anunciando que desde ella regalará acordeones y llevará felicidad a niños de bajos recursos que sueñan con seguir sus pasos. “Quiero que esta bendición se transforme en oportunidad para quienes aman el vallenato pero no tienen cómo empezar”, señaló, mostrando un enfoque solidario que desafía los prejuicios sobre el éxito individual y lo conecta con el compromiso comunitario.
En tiempos donde los premios suelen traducirse en distancias, Zuleta parece empeñado en usar su victoria como puente. Mientras algunos critican el gasto, otros celebran la generosidad del artista que quiere devolverle al pueblo lo que el pueblo le dio: aplausos, inspiración y raíces. ¿Será esta camioneta la nueva ruta del folclor para sembrar música donde antes solo había silencio?