Anderson, un joven de 17 años que trabajaba como repartidor de comida rápida, murió en Oaxaca tras ser arrollado por una tractomula mientras cumplía su jornada laboral. El accidente ocurrió en una vía de alto flujo vehicular, donde, según testigos, el conductor del camión realizó una maniobra indebida y lo embistió sin darle oportunidad de esquivar. Anderson llevaba casco, respetaba las normas de tránsito y no excedía la velocidad. Lo más conmovedor fue lo que quedó colgando de su motocicleta destruida: un llavero blanco con la frase “Maneja con cuidado. Te necesito aquí conmigo. Te amo”, que se presume fue un regalo de su pareja.
El conductor de la tractomula, lejos de detenerse para auxiliar a la víctima, habría intentado escapar del lugar, según reportes preliminares y declaraciones de testigos presenciales. La Fiscalía del Estado de Oaxaca abrió una investigación por homicidio culposo y omisión de auxilio, mientras se analiza el video de seguridad que captó el momento del siniestro. El caso ha generado indignación en redes sociales, donde el llavero se ha convertido en símbolo de una tragedia evitable y de la precariedad que enfrentan miles de jóvenes que trabajan en condiciones de riesgo.
Organizaciones civiles y colectivos de motociclistas han exigido mayor regulación sobre el tránsito de vehículos pesados en zonas urbanas, así como protocolos de protección para trabajadores domiciliarios. En Oaxaca, los accidentes viales son la principal causa de muerte no patológica entre jóvenes, con más de 5.000 siniestros registrados al año. El caso de Anderson no solo refleja una imprudencia fatal, sino también una falla institucional en la prevención y respuesta ante este tipo de tragedias. Hoy, su historia se convierte en un llamado urgente a la justicia, a la empatía y a la dignidad laboral.