Tras la partida del maestro Omar Geles, el folclor vallenato no solo llora a un juglar, sino que abraza con fuerza a los “retoños” que dejó sembrados en vida: sus hijos, sus canciones y su madre, la inolvidable vieja Hilda. En medio del dolor, la familia del artista ha sido el reflejo de su sensibilidad, su fuerza y su amor por la música, esa que convirtió en himnos para el alma del pueblo.
Los hijos de Omar, aún jóvenes, han comenzado a mostrar el mismo temple que caracterizó a su padre. Algunos ya se han acercado a la música, otros a la producción, y todos llevan en la sangre el sello de un hombre que convirtió sus vivencias en versos que hoy son patrimonio del vallenato. Son ellos quienes, junto a la vieja Hilda, mantienen viva la llama de su legado.
Omar Geles no solo dejó más de mil canciones grabadas y una historia de superación que inspira, sino también una familia que lo honra con dignidad. En cada acordeón que suena, en cada verso que se canta, y en cada lágrima que se seca con música, florecen los retoños de un hombre que hizo del dolor una melodía eterna.