En medio de una tormenta política por el contrato de fabricación de pasaportes, la canciller Laura Sarabia presentó su renuncia irrevocable este 3 de julio. En una carta dirigida al presidente Gustavo Petro, Sarabia expresó que “en los últimos días se han tomado decisiones que no comparto y que, por coherencia personal y respeto institucional, no puedo acompañar”. La funcionaria se aparta del cargo tras ser desautorizada públicamente por el jefe de gabinete, Alfredo Saade, quien anunció un giro en la estrategia del Gobierno: dejar de lado a Thomas Greg & Sons y firmar con Portugal a través de la cuestionada Imprenta Nacional.
La controversia estalló luego de que Sarabia anunciara la renovación del contrato con Thomas Greg & Sons por 11 meses más, bajo condiciones específicas como el control estatal de los datos. Petro inicialmente respaldó la decisión, incluso invocando la figura de “urgencia manifiesta” para garantizar la expedición de pasaportes después del 31 de agosto. Sin embargo, días después, el mandatario cambió de rumbo y ordenó a Saade avanzar con un nuevo acuerdo con Portugal, dejando en el aire la continuidad del servicio y generando dudas sobre la capacidad técnica de la Imprenta Nacional.
El anuncio de Saade, quien ha estado en el ojo del huracán por difundir noticias falsas y su estilo confrontacional, dejó al país con más preguntas que respuestas. Según el funcionario, Thomas Greg & Sons deberá entregar 600.000 libretas de pasaporte como colchón mientras se concreta el empalme con Portugal. No obstante, expertos y voces dentro del mismo Gobierno han cuestionado si la Imprenta Nacional está preparada para asumir una tarea de tal magnitud sin afectar la calidad y seguridad del documento.
Sarabia, quien asumió la Cancillería a inicios de este año, se despidió con un mensaje cargado de dignidad y crítica velada: “Mi renuncia es el resultado de una reflexión profunda, motivada por la responsabilidad que siento con mi conciencia, con el país y con la forma en que entiendo el ejercicio del poder público”. Aunque se va, dejó claro que seguirá siendo una interlocutora abierta al diálogo. La crisis por los pasaportes, sin embargo, apenas comienza.