Petro, sin querer queriendo, está creando a su propio monstruo: Abelardo de la Espriella

En Colombia, el clima político está tan denso que se corta con cuchillo. Y mientras la izquierda en el poder hace agua por todos lados, la derecha parece dormir una siesta profunda. Ninguno de los candidatos tradicionales logra conectarse con la gente, ninguno tiene ese “feeling” natural, esa vibra popular que enciende multitudes. Ninguno, salvo uno… Miguel Uribe.

Sí, el joven senador que fue víctima del atentado que aún estremece al país. Si logra levantarse, si la vida le da la oportunidad de seguir su camino, el pueblo lo ungirá. Porque en este país todavía hay gratitud, y el corazón de los colombianos sabe recompensar el valor, la coherencia y el sacrificio. Miguel podría ser ese rostro fresco que recupere la esperanza… si logra sanar.

Pero mientras eso ocurre, una figura comienza a asomarse como un outsider. Silencioso, pero con fuerza. Calculador, pero con fuego en el pecho. Se trata de Abelardo de la Espriella, el abogado costeño que ha sido azote del progresismo, defensor del orden, y voz sin filtros frente a los abusos de poder.

Abelardo no ha lanzado oficialmente su candidatura, pero ya actúa como si lo fuera. Recorre el país sin cámaras, arma equipos, conversa con líderes naturales, construye una narrativa de país en ruinas que necesita autoridad. Muchos lo ven como el Bukele colombiano, otros dicen que es el único con “pantalones” para desmantelar el caos que deja Petro.

Y aquí es donde la paradoja arde: Gustavo Petro, con sus errores, puede convertirse en el jefe de campaña de Abelardo. Porque cada decisión errada, cada improvisación, cada insulto a las instituciones, cada mentira en los discursos, termina alimentando las bases de una candidatura que puede encarnar la reacción nacional.

En los sectores populares, en los empresarios golpeados, en los jóvenes desencantados, en los que sienten miedo por la inseguridad, el nombre de Abelardo ya circula con respeto. Varias fuentes cercanas a encuestas internas me aseguran que hoy lidera en intención de voto, barrido total frente a otros nombres de la derecha.


El país está listo para un giro, pero no hacia otro extremo, sino hacia el sentido común con autoridad. Si Miguel Uribe se recupera, será un fenómeno. Si no, todo indica que Abelardo de la Espriella será la carta sorpresiva que barrerá con la apatía y convertirá el desgaste de Petro en gasolina para su campaña. La pregunta ya no es si se lanza, sino cuándo. Y lo más paradójico: el camino que lo puede llevar a la Presidencia se lo está pavimentando, sin querer, su mayor antagonista.