Una lora frentiamarilla, especie protegida en Colombia, fue ingresada al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) del Área Metropolitana del Valle de Aburrá tras pasar más de tres décadas en cautiverio. Su estado de salud refleja los estragos del encierro prolongado: un pico deformado por la falta de superficies naturales, uñas sobrecrecidas que le dificultaban el apoyo y una inflamación crónica en sus patas.
El equipo veterinario identificó abscesos, plumaje deteriorado y signos de estrés severo, consecuencia de una alimentación inadecuada y la imposibilidad de realizar comportamientos propios de su especie. Desde 2024, el CAVR ha recibido 748 loros, de los cuales el 57% han sido víctimas del tráfico de fauna.
Las autoridades ambientales reiteran que los loros no son mascotas y hacen un llamado a la ciudadanía para denunciar la tenencia ilegal de fauna silvestre. La mejor manera de protegerlos es dejarlos en libertad, donde realmente pertenecen.