Reminiscencias de tiza y pizarra: un homenaje a los maestros

Querido lector, acompáñeme a dar una vuelta por el pasado, vamos a recordar aquellas reminiscencias que marcaron nuestra vida. ¿Te acuerdas cuando llegaste por primera vez a la escuela? Con tu uniforme, el bolso en tu espaldar y la lonchera en mano… Al dejarte tus papás ahí en ese lugar mágico, llamado colegio, quizás unas lágrimas corrían por tu rostro, y unos brazos, llegaron a consolarte, quien con ternura y regocijo llegó a brindarte todo su amor, atención y conocimiento día a día; te hablo de tu maestro(a), querido lector, esa que tal vez ya partió al cielo o está gozando de la vida hoy día.

Esas remembranzas significativas tal vez te hicieron acordar de tu primera lección -las vocales- y desde ahí, empezaste a descubrir el mundo del saber, a través de un guía, tu maestro (a).

Hoy, verdaderamente me doy cuenta el rol tan fundamental del maestro en el crecimiento personal y profesional del ser humano. Con el pasar del tiempo, tal vez tuviste la dicha y la fortuna de tener profesores que marcaron tus días, tus años escolares, desde el más regañón, al más cariñoso, desde el más cuchilla hasta el más flexible, cada uno de estos dejando una huella imborrable en ti, en el que hoy simplemente recuerdas y dices, gracias, maestro.

En lo personal, tuve una maestra de matemáticas, y cada vez que me llamaba a preguntarme por las tablas de multiplicar y no le daba la respuesta correcta, simplemente me decía “extienda su brazo, abra la mano”, y de repente, sentía un fuerte reglazo en la palma de esta, tal vez a ti te pasó, y cómo no recordar aquellos experimentos que la profe de Ciencias Naturales nos colocaba hacer, el más famoso: el de la semilla de frijol, que germinaba en la botella. También, quizá te sucedió, o de la profe de Religión, que te enseñó a orar, a aprenderte el padre nuestro, el credo y un sinfín de letanías religiosas. ¡Qué remembranzas, estimado lector!

No cabe duda que ser maestro no es fácil, es una hermosa labor desgastante, de compromiso, y sobre todo, de mucha responsabilidad, aunque muchos no dignifiquen esta valiosa representación de aquellos que marcan la vida de manera significativa en la vida de los niños, adolescentes y jóvenes. Ser maestro es ir más allá de unos simples conocimientos pedagógicos, es establecer empatía entre los alumnos, el saber ganarse el cariño y aprecio de ellos, y es ahí, donde uno debe ser inspiración para ellos, para que aprendan a soñar, a volar, a elevar su imaginación hacia un mundo que los haga feliz con lo que hacen, por ejemplo, a mi me hace feliz el ser luz de inspiración para todos mis estudiantes, quienes día a día ven en mí, un reflejo para ser motivo de nobleza y humildad, para alcanzar de a poco el éxito.

Históricamente, el maestro, además de enseñar y educar, es aquel ser polifacético que cumple distintos roles dentro y fuera del aula de clases, desde escuchar al que lleva problemas familiares hasta brindar soluciones a aquellos que van sin merienda y con el estómago vacío a la escuela, es allí donde el maestro cumple otro papel, el de ser ese amigo y consejero ante las situaciones adversas de la vida, convirtiéndose en ese segundo papá o mamá del alumno, para canalizar la tristeza y angustia en ellos.

Querido lector, ¿Sabe usted cuánto se desgasta el maestro en un aula? Si bien es cierto, el maestro tiene que reinventarse ante las crisis de las realidades educativas de las instituciones a lo ancho y largo de nuestro territorio mostrando la cruda realidad de la poca inversión que el Estado colombiano, le da a la Educación en nuestro país.

Lamentablemente, estamos en un país que se le da poca importancia a lo importante, tal es el caso el de los maestros, quienes, contra viento y marea, sin contratiempo alguno, desde las diferentes zonas del país, a nivel urbano y rural, llevan su conocimiento a los estudiantes para formarlos y ayudarlos en los distintos procesos o lineamientos educativos diseñados por el MEN.

Como Maestro, que he estado inmerso tanto en el sector público y privado de la educación colombiana, le pido a usted, mi querido lector, que valore la labor que cada uno de nosotros los profes hacemos diariamente por mantener la educación, a enseñar, pero sobre todo educar a cientos de jóvenes que le sirvan a nuestro país. 

Verdaderamente la vocación hace al maestro, por eso hoy en día disfruto de lo que hago, porque con amor, diariamente me dedico a educar, enseñar y dar lo mejor de mí a todos mis estudiantes, y estoy muy seguro de que todos mis compañeros, colegas y todo el gremio docente, son maestros por amor a lo que hacen diariamente. Desde un salón de clases presencial o virtual, seguimos en pie de lucha, ante los diferentes juzgamientos y señalamientos que la sociedad nos hace sin conocer la dura vivencia y retos de enseñar.

Hay que tener claro que el maestro es la brújula que activa los imanes de la curiosidad, el conocimiento y la sabiduría de los alumnos. Nunca olviden a su maestro, a su profesor, a su educador, porque créame, cargar un morral lleno de ilusión, de inspiración, metas y sueños para transmitir a un sinfín de estudiantes que por nuestras manos pasan, no es tarea fácil.

Estas letras, quiero dirigirlas de manera especial a mi padre, el maestro Geovanny Antonio Sánchez Villera, por su admirable, loable y valiosa vocación al servicio de la educación.

A todos los profesores de Colombia – Córdoba – Montería ¡Feliz día del Maestro! Siempre firmes en pie de lucha.