A lo largo de su pontificado, Francisco dejó claro que su misión iba más allá de los muros del Vaticano. Y ahora, incluso después de su partida, su legado sigue iluminando el mundo. Como una de sus últimas voluntades, pidió que su papamóvil, el vehículo con el que recorría multitudes de fieles, se transformara en una clínica móvil para atender a los niños en Gaza, una región devastada por el conflicto.
Ya se han iniciado los preparativos para adaptar el vehículo, que contará con equipamiento médico, vacunas, oxígeno y herramientas de diagnóstico, gestionado por un equipo de profesionales de la salud. Lo que antes servía para acercar a un Papa a sus creyentes, ahora servirá para acercar la vida y la esperanza a quienes más lo necesitan.
Francisco siempre fue un símbolo de compasión y justicia social, y con este último gesto, demuestra que su lucha por los más vulnerables trasciende su presencia física.