La oposición ayer trapeo y le reventó el balde a Petro en la cabeza, un día amargo para el Presidente

Lo que debía ser una instalación legislativa terminó en una escena de confrontación política sin precedentes. El presidente Gustavo Petro llegó al Congreso el 20 de julio para pronunciar su discurso de apertura, pero se encontró con una oposición encendida que no le perdonó ni una cifra. Desde el primer minuto, los gritos de “¡Mentiroso!” y “¡Fuera Petro!” marcaron el tono de una jornada que se volvió caótica. El Salón Elíptico se convirtió en un campo de batalla verbal, donde ni los llamados a la institucionalidad lograron contener la furia parlamentaria.

La senadora Paloma Valencia abrió fuego con una réplica demoledora: “Colombia no necesita más discursos, necesita hechos. Usted está hundiendo su gobierno, pero no va a hundir al país”. Le siguieron Marelen Castillo y Lina María Garrido, esta última exseguidora del mandatario, quien lo acusó de traicionar a sus electores y de proteger la criminalidad. La intervención de Garrido fue tan dura que provocó la salida abrupta de Petro del recinto, escoltado por su gabinete, sin esperar el cierre de la sesión ni escuchar al último vocero opositor.

Mientras la oposición lo despedía con abucheos, su bancada intentaba contrarrestar el caos gritando “¡Reelección!”, lo que solo aumentó la tensión. Nadie le estrechó la mano al presidente. Nadie lo defendió. El Congreso se convirtió en una plaza de mercado, donde las pancartas con frases como “El pueblo no se rinde” se alzaban como símbolo. Petro, visiblemente molesto, reaccionó horas después en redes sociales diciendo: “Cuando se exceden en mentiras, me baño. Me acabo de bañar”.

Este episodio marca un punto de quiebre en el mandato presidencial. La instalación de la última legislatura no solo evidenció el desgaste político del Ejecutivo, sino también el fortalecimiento de una oposición que ya no teme confrontar de frente. Lo que debía ser un acto republicano terminó siendo una escena de ruptura institucional.

Petro, que alguna vez prometió gobernar con el pueblo, hoy enfrenta un Congreso que lo acusa de haberle fallado, enfrenta una oposición que no le cree ni el saludo. Y lo más grave: muchos de los que lo apoyaron, ahora lo repudian. El Congreso le dio la espalda, y el país lo está mirando con lupa.