El secuestro de Lyan Hortúa estaría relacionado con deudas millonarias manejadas por su madre, quien fue testaferra de «alias Mascota» padre del menor

El secuestro de Lyan Hortúa ha destapado una compleja red de crimen organizado y viejas disputas entre narcotraficantes. Según revelaciones recientes, su padre biológico, José Leonardo Hortúa Blandón, alias Mascota, fue un peligroso integrante de la banda de Los Rastrojos, liderada por Diego Rastrojo.

Hortúa, señalado por su brutalidad de asesinatos en Tuluá, fue baleado en 2013 en un consultorio odontológico en Cali, dejando una serie de conflictos sin resolver. Las investigaciones apuntan a que el secuestro de Lyan habría sido una medida de presión para saldar una deuda millonaria relacionada con bienes y propiedades manejadas por su madre, Angie Bonilla, quien habría sido testaferra de Mascota y Rastrojo.

La estructura criminal Jaime Martínez, vinculada a disidencias de las FARC, ejecutó el secuestro con el objetivo de recuperar una suma que superaría los 37.000 millones de pesos. Para su liberación, la familia habría pagado 4.000 millones. 

Mientras las autoridades investigan los responsables intelectuales y materiales del crimen, la familia de Lyan enfrenta una difícil situación, con amenazas latentes y la posibilidad de abandonar el país por seguridad.