La historia de Henry Prieto, un taxista con 38 años de servicio, refleja el drama silencioso que viven miles de pacientes en Colombia por el desabastecimiento de medicamentos esenciales. Diagnosticado con diabetes, Henry lleva seis meses sin recibir su tratamiento de insulina, lo que ha desencadenado una grave complicación: pie diabético. A pesar del dolor y el riesgo de infección, continúa trabajando con una herida abierta en el pie, mientras espera una solución que no llega.
El paciente ha elevado múltiples quejas ante su EPS, pero las respuestas han sido evasivas o tardías. En ocasiones le han dicho que sus fórmulas están vencidas por la demora en la entrega, y en otras, simplemente le han negado los medicamentos a pesar de estar disponibles. Su más reciente reclamo ante la Superintendencia de Salud tampoco ha tenido respuesta, a pesar de que le prometieron una solución en 48 horas.
Henry no es un caso aislado. En todo el país, pacientes con diabetes enfrentan la misma incertidumbre: meses sin recibir insulina, altos costos en el mercado privado y una escasez que pone en riesgo su vida. Según reportes, muchos han tenido que interrumpir sus tratamientos o recurrir a medidas desesperadas para controlar su enfermedad.
La situación pone en evidencia una crisis estructural en el sistema de salud, donde el acceso a medicamentos vitales se ha vuelto un privilegio. Mientras las autoridades no logren garantizar el suministro oportuno, historias como la de Henry seguirán repitiéndose, dejando a los pacientes crónicos en una carrera desigual contra el tiempo y la enfermedad.