A pesar de los años fuera del poder y de los procesos judiciales que enfrenta, Álvaro Uribe Vélez continúa siendo una figura que despierta fervor popular en las calles de Colombia. En ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y otras regiones del país, se le ha visto rodeado de ciudadanos que lo saludan, lo abrazan y le expresan gratitud por lo que consideran su legado en seguridad, inversión y orgullo nacional. Su presencia pública genera espontáneas muestras de afecto, desde caravanas hasta plantones, donde se escucha con fuerza: “Lo que es con Uribe, es conmigo”.
Este respaldo no se limita a lo presencial. Más de 1.000 colombianos firmaron recientemente una carta pública en su defensa, titulada “Una carta de gratitud, respeto y respaldo firme a quien le devolvió la esperanza a Colombia”. La iniciativa, impulsada por simpatizantes del Centro Democrático, se viralizó en redes sociales bajo el lema #ÁlvaroUribeNoEstáSolo, y recoge testimonios de ciudadanos que aseguran haber compartido con él afectos, caminos y conversaciones.
Mientras el presidente Gustavo Petro enfrenta una crisis interna en su gabinete y una creciente desconexión con la ciudadanía, Uribe se mantiene como un referente político que no necesita cargo para convocar. Su capacidad para conectar con el pueblo, recorrer el país y levantar la voz en momentos clave lo convierte en un dolor de cabeza constante para el gobierno actual. En contraste con la fragmentación del petrismo, el uribismo se muestra cohesionado, activo y dispuesto a volver al ruedo electoral.