El delincuente Emilio Tapia: un peligro para Córdoba

Emilio Tapia, condenado por corrupción en múltiples escándalos que han sacudido al país, vuelve a ser noticia. A pesar de su extenso prontuario judicial y de haber sido pieza clave en casos como el “Carrusel de la Contratación” y el escándalo de Centros Poblados, hoy anda “sonante y campante”, involucrado nuevamente en millonarios contratos, según reveló ayer Noticias Caracol.

El reportaje denunció nuevas movidas contractuales en las que Tapia estaría operando desde las sombras, utilizando empresas fachadas y prestanombres para quedarse con jugosos contratos públicos. Las revelaciones generaron de inmediato alarma, especialmente en Córdoba, donde su nombre ya circula entre pasillos oficiales y empresariales como posible nuevo contratista de obras regionales.

Pero el descaro no termina ahí.

Fuentes cercanas aseguran que Emilio Tapia prepara una fiesta privada en el Club Campestre de Montería, con presentaciones musicales de alto calibre que incluirían a Silvestre Dangond o Poncho Zuleta/Villazón. La celebración, que se presume como un derroche de poder y ostentación, coincide con su reaparición en reuniones privadas con contratistas y funcionarios del departamento.

¿Qué pretende Tapia en Córdoba?

La pregunta que ronda es directa: ¿Qué busca ahora Emilio Tapia en Córdoba? ¿Nuevos contratos? ¿La consolidación de una red clientelista? ¿Un nuevo escándalo financiado con recursos públicos?

La preocupación aumenta, pues ya se habla de que Tapia estaría tejiendo apoyos políticos con miras a las elecciones de 2026, incluyendo la financiación de una campaña a la Gobernación de Córdoba y el respaldo a candidaturas al Congreso. Su retorno a la esfera política, a través de pactos oscuros, pone en riesgo la transparencia electoral y el futuro institucional del departamento.

Lo que está claro es que su presencia no es inocente ni silenciosa. Mientras la justicia aún le debe respuestas al país por miles de millones desaparecidos, Tapia parece moverse con absoluta libertad, asistiendo a reuniones privadas con líderes políticos y empresarios de la región, como si su prontuario fuera apenas una anécdota del pasado.

Y mientras todo esto sucede, al delincuente Emilio Tapia lo vemos posando en fotografías con familias prestantes del departamento, circulando en redes sociales, disfrutando abiertamente de los placeres de la vida. Un espectáculo de impunidad que indigna y preocupa.

La ciudadanía exige respuestas, y las autoridades locales deben actuar con contundencia para evitar que uno de los mayores símbolos de la corrupción vuelva a operar desde su propio patio trasero.