La política no es un concurso de belleza. Paola Holguín, Paloma Valencia y María Fernanda Cabal son tres mujeres inteligentes, aguerridas y, sin duda, hermosas. Pero el liderazgo que necesita Colombia hoy no se mide en atributos físicos ni en discursos encendidos en redes sociales. Se mide en capacidad de mando, en visión de país, en el talante de un verdadero presidente. Y, seamos sinceros, ninguna de ellas lo tiene.
No es el momento. No les ha llegado la hora. Y, si de verdad quieren lo mejor para Colombia, deberían entenderlo. Porque lo que está en juego no es un simple cargo, sino el futuro de una nación que se desmorona bajo el gobierno de Gustavo Petro.
Un país que necesita un líder con carácter, con fuerza, con capacidad de unir y gobernar sin sectarismos. No más improvisaciones, no más egos desbordados, no más candidaturas que solo dividen y le allanan el camino a la continuidad de la debacle.
Si de verdad les duele el país, si en serio quieren derrotar el desastre petrista, que den un paso al costado. Que dejen de entorpecer el camino. Que comprendan que no se trata de ellas, de su momento, de su ego. Que la verdadera grandeza no está en aferrarse a un sueño personal, sino en saber cuándo hacerse a un lado por un bien mayor.
Colombia no puede seguir siendo víctima de vanidades políticas. Necesitamos una estrategia, no una competencia de protagonismos. Si en verdad les importa la patria, que lo demuestren con hechos y no con aspiraciones sin destino. Mientras tanto, sigan viviendo su vida desde la ‘bacanidad’.