En horas de la tarde del lunes 18 de agosto, un buque de gran calado arribó a la bahía de Cartagena con una carga inusual: varios camiones de guerra fueron desembarcados frente a la mirada atónita de residentes y turistas. El movimiento, que se extendió por más de una hora, fue visible desde Bocagrande, Manga y el Centro Histórico, generando una oleada de reacciones en redes sociales. “¿Qué hacen camiones de guerra entrando a la ciudad?”, fue una de las preguntas más repetidas.
Hasta el momento, ni la Armada Nacional ni el Ministerio de Defensa han emitido un comunicado oficial sobre la procedencia de los vehículos ni el objetivo de su llegada. Sin embargo, fuentes cercanas a la base naval de Cartagena señalan que podría tratarse de una operación logística relacionada con ejercicios militares conjuntos, similares a los realizados durante la Operación Unitas en años anteriores. La falta de información oficial ha alimentado especulaciones sobre posibles refuerzos en zonas de conflicto o preparación ante escenarios regionales de tensión.
El desembarco ocurre en un contexto de creciente militarización en varias regiones del país, especialmente en el Caribe, donde informes recientes han documentado la reactivación de estructuras armadas y el aumento de confrontaciones urbanas. Cartagena, aunque históricamente asociada con turismo y patrimonio, también ha sido escenario de disputas entre grupos ilegales, lo que ha llevado a reforzar la presencia estatal en puntos estratégicos.
Mientras se espera una versión oficial, el episodio ha reabierto el debate sobre la transparencia en operaciones militares y el derecho ciudadano a conocer qué ocurre en su territorio. En una ciudad donde la historia militar convive con la vida civil, la llegada de camiones de guerra sin explicación clara deja más preguntas que respuestas.